2 - ¿EN MEMORIA DE REYNA HATTHAWAY?

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Habían pasado ya un par de horas y la desesperación estaba a punto de hacer a Reyna tumbar la puerta de la habitación donde Sean la había dejado, parecía uno de esos internados antiguos, ya que habían varias camas allí, el espacio era bastante grande y elegante, ella tomó la única cama que no tenía nada de accesorios encima suponiendo que estaba desocupada, se paseó por la habitación en busca de algún teléfono, pero no encontraba ninguno.

La puerta se abrió y una chica de pálida y blanca piel, ojos azules, cabello rubio y con mirada triste apareció en la entrada, miró atónita a Reyna como si fuese un espectro y luego comenzó a andar hacia ella a paso firme:

─Eres Afrodita ¿Verdad? ─dijo sentándose en la cama adyacente en la que Reyna se encontraba…

─¡No! ¿Por qué todos preguntan lo mismo? Me llamo Reyna… RE- Y- NA ─recalcó ella con suma ferocidad─ ¿Todos se han vuelto locos? La mitología griega es sólo eso… ¡Mitología!

La chica misteriosa se rió.

─¿Qué? ¿Qué es gracioso? ─preguntó Reyna irritada.

─Estás diciendo lo mismo que yo cuando llegué aquí… ─explicó la chica─ Soy Angelina…

─¿Estás diciendo que también pasaste por esto?

─Bueno, sí ─respondió ella con una tímida sonrisa─; sólo que… yo soy Artemisa, no Afrodita.

─Tienen que estar bromeando…─ se quejó Reyna rodando los ojos con incredulidad ¿De dónde sacaban tantas cosas? ─Estoy empezando a pensar que esto es un sanatorio mental…

─Reyna… ─habló Angelina seriamente ─, en serio ¿Nunca te preguntaste de dónde es que sacas tanta belleza? ¿Cómo haces que los demás hagan exactamente lo que quieres? ¿Nunca pensaste en cómo podías hacerlo todo tan fácil?

¿Ella realmente…?

Reyna pensó por unos segundos, bueno sí, los genes Hatthaway y Doupierre nunca habían sido tan prodigiosos y sí, también veía que influía en las decisiones de todos incluso cuando hace horas casi muere pero…

─Haz la prueba… ─le reta Angelina con una sonrisa de complicidad.

─¿Qué?

─Sí, intenta que alguien haga algo por ti ¿Nunca lo has hecho antes? Seduce, es lo que llevas en tu sangre…

Bueno, se suponía, pero parecía que Sean definitivamente no caía en sus encantos…

Sean… Pensar en él le daba escalofríos a Reyna, ¿Qué demonios estaba pasando con él? Le encantaba ese aire de superioridad que él emanaba siempre que estaba a su alrededor ¿Debería pensar que era masoquista?

Reyna dudó por unos segundos mordiéndose el labio pensativa,  era la oportunidad para probar si de verdad estaba soñando o todo esto era su dura realidad… No podía ir a casa y estaba secuestrada… Casi… ¿Por qué no aprovechar y descubrir lo que sucedía?

Angelina sonrió y la tomó del brazo para salir de la habitación llevándola a un patio donde muchos estaban en una fogata hablando como locos, nadie parecía notar la presencia de Reyna allí.

─Escoge a uno y pídele algo ─le susurró Angelina, Reyna parpadeó hacia ella sintiendo un fuerte temblor en sus piernas.

─¿Qué le pido?

─Lo que sea, pero algo totalmente inusual y extraño ─respondió Angelina encogiéndose de hombros mientras le daba un breve empujoncito, Reyna respiró hondo y moviendo sus pies torpemente al principio, se dirigió  a un chico que estaba recostado a una columna.

La Reencarnación De AfroditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora