XVIII

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(Pov. Nico)

Al despertar a la mañana siguiente sentía como casi todos mis músculos estaban resentidos pero a pesar de que físicamente estaba destruido, mentalmente me sentía dichoso, completo.
Me levante pesadamente de entre las sábanas, las cuales estaban arrugadas y fuera de su lugar, para encontrarme con el Jaime, un Jaime plácidamente durmiendo a mi lado y podría decir que en su boca podía notarse una leve y suave sonrisa.
Sentía que había despertado de una larga pesadilla para encontrarme con una realidad hermosa, pero algo interrumpió mi felicidad.

Naiko.

Con mis palmas tape mis ojos, me dolía la cabeza de solo pensar en lo que mi felicidad significaría para el Naiko.
Me levante de la cama como si la gravedad fuera más fuerte que antes, como si me aplastará existir.
Salí cuidadosamente de la habitación, todo estaba en un abrumador silencio y me introduje en silencio a la cocina pues él hambre me hacía gruñir el estomago.

-Wena compañero -dijo el Bestia detrás de mi.

-Wena -dije susurrando por miedo de despertar a los demás.

-¿Les sirvió la pieza? -dijo con una sonrisa pícara en el rostro.

La sonrisa se me escapó al recordar lo que habías hecho en esas cuatro paredes y por un momento recordé la mirada del Naiko, juzgándome y repudiéndome.
Se me encogió el corazón y sentí como mientras se me borraba la sonrisa mis ojos se humedecían.

-Si, nos sirvió -sollocé.

Óscar me miraba sin saber qué hacer o mejor dicho sin entender porque mi llanto.

-¡¿Por qué estás llorando entonces?!

-¿Qué le voy a decir al Naiko?....estoy tan feliz pero a la vez tengo tanta pena.

La cara del Bestia cambio a una sonrisa dulce y con sus brazos me apapacho.

-Tranquilo...nosotros no diremos nada de lo que sucedió acá, dile cuando estés listo.

-¿Cómo es posible ser tan egoísta? -llore en su pecho.

Sentí como su risa subía por su caja torácica.

-Todos lo somos ¿por qué no tienes derecho a serlo?

El Óscar me aparto de su pecho y me limpio la cara.

-Sé feliz conchetumare, anda y se egoísta porque es la única manera de ser feliz.

Sonreí y me limpie las lágrimas restantes.

-Mejor hagamos el desayuno mira que estos hueones se van a despertar con hambre.

Sonreímos mutuamente mientras comenzábamos a preparar el desayuno, los demás despertaron alrededor de una hora después.

-Oe -dijo él Edgar mientras abrazaba al Yelo- el Jaime sigue durmiendo, anda a despertarlo tú mira que no quiero verlo en pelota -al terminar de decir esa francés levanto las cejas de manera que hacía un trece trece.

Reí moviendo la cabeza en negativo.

-Los hueones -dije riendo y caminando hacia la habitación donde el Jaime dormía.

Abrí la puerta con lentitud cerrándola tras de mí.

-Jaime -susurre.

Dormía boca abajo con uno de sus brazos bajo la almohada, la luz que entraba desde la ventana chocaba contra su espalda desnuda. La sonrisa se me escapaba sola.
Me senté a su lado y con mis dedos acaricie su pelo, su hondeado pelo castaño.

-Jaime -le di un beso en la oreja- despierta mi amor -susurre.

Enseguida me erguí debido a la vergüenza , cuan aliviado estaba por el que estuviera dormido.

-Te escuche -susurró aún con los ojos cerrados y con una sonrisa en el rostro soñoliento.

Me enrojecí por completo.

-Ven pa acá -dijo tirando de mi muñeca y arrastrándome a sus cálidos brazos- regalonea un poquito conmigo.

-Están los cabros esperándonos para comer -dije acurrucándose en su cuello- se van a comer todo.

-Que se coman todo -me dio un beso en la frente- yo ya estoy más que satisfecho con tenerte acá.

-Mentiroso -sonreí- te apuesto que estai cagao de hambre.

Sus ojos al fin se abrieron para estar directamente conectados con los míos.

-Bueno....un poquito si.

-Vamos entonces -dije levantándolo de la cama.

Justo llegamos a la mesa cuando los chiquillos estaban comenzando a comer y mientras comíamos no soltábamos nuestras manos como siempre deseé.

¿Y si doy un besito? ~JAINICO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora