Capítulo 9: Azul (parte II)

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... Sin pensarlo hice lo que la serpiente me ordenó y todo comenzó a incendiarse de repente, ahora el fuego salía de la misma forma en que lo hicieron las serpientes y estas se dirigían todas juntas hacia un lugar y supuse que irían a la salida así que las seguí. Todas se detuvieron frente a una escalera inmensa como invitándome a subir por lo que calculé que serían unos diez o quince pisos. Así subí lo más rápido que podía pues se suponía que le fuego me seguiría con cierta fiereza. Tuve que patear con fuerza la puerta que me bloqueaba el paso al techo del edificio y, para mi mala suerte, mi familia se encontraba en el techo pero del edificio del frente. Intenté gritarles pero no me oían por supuesto, no tenía otra opción que la de cruzar por la viga de metal oxidado que conectaban ambas construcciones.

Sé que siempre dicen que no mires abajo pero es realmente difícil no hacerlo cuando debes observar con mucha atención a dónde pisan tus pies. Por alguna razón, que no podía explicar, ya no estaba nervioso y había logrado pasar más de media viga, me detuve unos segundos y miré hacia el frente para quitarme el mareo. No pensé ni por un minuto que mis ojos se encontrarían con un paisaje post-apocalíptico que me quitó todos los miedos que tenía y algunos que ni sabía que me paralizaban de tal forma.

Cuando por fin llegué hasta mi familia, los abracé con fuerza y ellos no entendían que ocurría, no sabían quien yo era, no me reconocían, no me querían y mi mundo mental se desmoronó entonces, tanto esfuerzo para que ellos no sepan quién era. Desaparecieron lentamente y cuando quise ir detrás de ellos no podía moverme, mi cuerpo no respondía, ahora sí que no sabía que me ocurría. Busqué soluciones por todos lados y recordé que una vez mi papá me dijo: "El peor enemigo de las personas es uno mismo, la autolimitación". Comprendí que ocurría al instante y mentalmente me daba órdenes, me autoexigía y comencé a poder moverme, lento y poco a poco pero era un avance. Cuando llegué al final del techo, hacia abajo no había suelo, era todo un inmenso espejo que reflejaba el cielo atardecido y todo aquello que estaba en frente de él, pero jamás le había temido a los espejos. Caí de cola al suelo, perplejo y pensativo.


—Debes recordar... tirá una piedra y romperás la mentira que tras él se oculta —Ya hasta me había olvidado que la pequeña serpiente seguía encima de mí.


Solo me dijo eso y volvió al primer edificio arrastrándose con rapidez. «...romperás la mentira que tras él se oculta..., debes recordar...» 


*******************

—¡Vamos Dani! Está muy linda el agua —gritaba mi papá desde el mar.

—¿Qué dices Thiago? —Mi primo me miró—. ¿Vamos?

—Está bien pero cerquita de la arena —respondió temeroso.

—Descuida, es solo agua —Guiñé el ojo y me levanté entusiasmado.


Jugamos un largo rato en el agua, era realmente divertido pasar tiempo con él, eramos diferentes, muy tímido e introvertido, muy dependiente y eso lo hacía todo más interesante, durante las vacaciones yo era su único amigo y él era el mío.

Todo era increíble, el agua estaba fría pero no importaba, hacía mucho calor hasta que el tiempo cambió de manera inesperada, el cielo se llenó de nubes negras que relampagueaban advirtiendo la tormenta que luego se desencadenaría. A lo lejos se veían como se acercaban  olas de un gran tamaño y masa, los bañeros nos obligaron a salir de inmediato y así lo hicimos pero cuando busqué a a mi primo no lo encontré. Les dije a mis papás y todos comenzamos a gritar su nombre, pude ver a alguien a lo lejos en el océano y uno de los bañeros intentó llegar hasta él pero casi muere en el intento por la fuerza de las olas. No me iba a dar por vencido tan fácil, hubiera muerto si así podía salvarlo pero adentrarme en el mar no provocó más que una ola me aplastara y me hiciera desmayar para que al despertar tuviera que lidiar con el hecho de que mi primo jamás salió del agua o fue encontrado. Uno de los bañeros me repetía: "El mar se lo tragó", fueron las peores vacaciones de mi vida y desde ese día jamás me volví a meter en el agua, ni para bañarme cierro los ojos. No puedo hacerlo sin que antes su imagen pase por mi cabeza, causándome nostalgia y angustia...

Los colores de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora