Capítulo 13: Foto preciada

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Cuando abrí los ojos, nuevamente, aparecí en el cuarto con los atriles de mármol blanco, estaba todo sano y pacífico, como cuando estuve por primera vez. Aún seguía asimilando lo que había pasado con Dylan, no me dolía nada pero de solo recordarlo mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente. Repasé en mi mente con rapidez todo lo que había ocurrido, verlo lastimado fue doloroso pero verlo morir mientras sus últimas lágrimas caían fue, sin duda, lo más horrible que pasó en mi vida y sentir su dolor como mío... eso si fue cruel. 

Suelo sentir los dolores que la gente sufre, ya sean físicos o sentimentales, pero esa sensación de ardor y vacío en el pecho, de rompimiento de órganos y músculos, jamás lo había sentido. Solo verlo sufrir a Dylan me lo provocó, solo él es capaz de hacerme tanto daño y a la vez hacerme sentir tan bien.


—Te dije que te mantuvieras cuerdo —protestó mi conciencia entre risas. Eso fue suficiente para sacarme de quicios.

—Es broma, ¿verdad? No había pensado que una parte de mi podría ser tan idiota de decir algo como eso luego de lo que me hiciste pasar —dije furioso, las palabras se me amontonaban y tenía muchas ganas de lanzar insultos por doquier.

—¡Hey, hey! Tranquilo que el que ha decidido que retos tomar has sido tú, no yo, si fuera por mí te hubiera dado solo una opción —respondió en un tono serio.

—Sos un completo idiota.

—Lo somos —respondió tras seguir con una corta risita.


Me di una palmada en la frente, respiré profundo e intenté relajarme.


—¿No tendría que haber terminado ya? —pregunté directo con voz alta y clara.

—No —Rió brevemente—. Aún faltan dos retos más, solo has pasado el primero y que bien que lo hemos hecho —Volvió a reírse en tono de burla.

—Como digas —contesté algo molesto—. ¿Se supone que elija otra tarjeta?

—Así es, solo toma una y la persona con la que debes enfrentar el reto aparecerá cuando menos te lo esperes.

—Y... ¿Ellos son reales? —pregunté algo inseguro.

—Tal vez sí, tal vez no... ¿Qué tienes en el bolsillo? —cuestionó de repente.


Me quedé confundido, ni yo sabía qué tenía en el bolsillo. Metí mi mano con algo de temor entre la tela del pantalón y mis dedos rozaron algo con una textura similar a una hoja de un papel, tenía algunas arrugas, pero las partes lisas parecían laminadas y sedosas.


—Linda foto, ¿quién es? —Me preguntó la voz.

—Es —La observé detalladamente—... el papá de Dylan —Rocé mis dedos en el papel de la fotografía.

—Ya lo sabía de todas formas —Rió otra vez.

—¿Qué se supone que haga con ella?

—No es mi trabajo explicártelo, lo sabrás pronto, ahora por favor elige una de las opciones, vamos que no tengo todo el día.


Sabía que eso era mentira, Kia me lo había dicho, pero no tenía ganas de discutirle o discutirme a mí mismo de alguna forma. Lo que menos quería era escuchar más risas burlonas provenientes de esa voz que jugaba a ser mi conciencia. Me acerqué al los atriles finamente tallados, observé las tarjetas que eran diferentes a las anteriores. Tomé la tarjeta de la derecha, la del medio me había hecho jugar una muy mala pasada que no quería que se repitiera. No lo hice por nada en particular, simplemente lo hice por instinto, ni me importó que decía en ella. La leí y no parecía decirme nada que me advirtiera a qué me enfrentaría, «¿A caso tendría clases de historia?». Sonreí por mi pensamiento incrédulo.

Los colores de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora