Capitulo 18: Sentimientos encontrados

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Ya casi terminaba la doceava noche del coma de Dani, Dylan se sentía inquieto; presentía que algo estaba por suceder pero no podía determinar de qué se trataba. El ambiente del cuarto era pesado y Cami, nuevamente, había pasado pasado todo el día sin hablar desde que esa mañana saludó a Dylan.


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—¡Buen día Cami! —dijo el rubio interrumpiendo los pensamientos invasivos de Camila.

—¿Cómo estás? —preguntó con pocas ganas.

—Bien, creo, ¿y tú?

—Digamos que bien, iré por café —Camila se levantó sin siquiera dirigirle la mirada.

—¿Me traerías uno...? —Pidió inútilmente pues su amiga ya había dejado el cuarto.

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Luego de eso no hablaron por el resto del día, y cuando Dylan lo intentaba ella siempre contestaba de la manera más fría y cortante que le salía. No quería hablar con él y lo entendió demasiado tarde, cuando ya había provocado un enojo en ella, pero no le importaba eso, solo quería hablar con ella como ella lo estaba haciendo con su celular.


—Mira Cami, no se que ocurre —Se puso delante se ella—, pero no aguanto más tu actitud. Se supone que somos mejores amigos, me gustaría saber qué te está ocurriendo...

—¡¿Quieres saber qué me ocurre?!—preguntó casi gritando—. ¡Vos me pasás! 


Dylan quedó sorprendido por lo que había escuchado, pero Camila..., ella sí que estaba perpleja, no podía creer que lo había dicho. Sus ojos se inundaron de lágrimas, todos estos días habían pasado tantas cosas que la confundían, ya no estaba feliz, no se sentía bien, no era ella misma.


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—Bien, aquí estoy, no me gusta estar mucho tiempo fuera del hospital así que hazlo rápido, ¿está bien? —dijo con algo de enojo.

—¡Hey Cami! Pensé que te alegraría verme —respondió Jeff un tanto preocupado.

—Dijiste que tenías algo muy importante para decirme, solo dilo y acabaremos con esto de una vez.

—Está bien, creo que ya sabes a dónde voy... Creo que ya es hora de serte sincero y de decir que...

—¿Ya no quieres estar conmigo? —interrumpió molesta.

—Así es —Cayó en la cuenta de lo que estaba diciendo—. No digo, sí pero no es eso.

—No te entiendo Jeff —replicó.

—Es decir no vine a eso, vine a decirte otra cosa que vengo pensando hace un buen tiempo...

—Está bien, también tengo algo para decirte pero luego lo haré.

—Esta bien, mira... —Respiró ondo y se sentó en la vereda junto a ella—. Yo tenía un hermano, se llamaba Arien... —Ella lo miraba atento y prosiguió: —. Fuimos a jugar y lo perdí... —Jeff bajó la mirada.

—Lo siento mucho Jeff. ¿Por qué jamás me lo dijiste?

—No lo sé, no es fácil... —Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Y de qué murió?

—Esa es la peor parte —suspiró—, un día fuimos a jugar a la plaza y por distraerme lo perdí, se lo llevaron —Las lágrimas comenzaron a caer—, jamás supimos nada más de él. Fue mi culpa y por eso mi madre me odia ahora...

Los colores de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora