Marrón
Azul
Amarillo
Verde
Rojo
¿Son solo colores?
Para Dani se han vuelto las pruebas más difíciles de su existencia. Él nunca imaginó que luego de ese accidente tendría que afrontar una importante decisión: seguir viviendo...
La policía llegó con rapidez, Jeff aún seguía en shock , le hicieron preguntas a todos, yo observaba cada detalle ya que más que eso no podía hacer, no podían verme u oírme. No había rastros del niño ni del auto, tampoco nadie había visto exactamente qué había ocurrido, el auto no tenía ni patente y era negro como tanto de miles más; las únicas pistas que habían era el testimonio de Jeff y la desaparición de su hermano menor.
Me sentía muy mal internamente, como si hubiera un hueco en donde debería estar mi estómago, iba y venía sin algo fijo para pensar, mi mente estaba ya saturada de tanta información y hechos extraños. Era realmente difícil seguir diciéndome a mí mismo: "Tranquilo, todo es irreal". Mis sentimientos no me dejaban creer eso y no me importaba que Jeff nunca me había sido agradable o que nunca me interesé por agradarle, toda la situación me hizo sentir muy triste de igual manera. Comencé a conectar mi posición en el parque con las palabras que mi conciencia me había dicho hace varios minutos atrás, se suponía que era un testigo pero de nada me servía ya que no pude interferir en nada.
Decepcionado por lo que no pude evitar, me senté en el arenero en el lugar exacto donde el niñito rubio había estado, ver su castillito de arena a medio armar me llenó de nostalgia y varias lágrimas intentaban escapar de mis ojos. A medio tapar de arena estaba su pulsera de hilo azul francia, se notaba que se había roto tal vez cuando los maleantes lo agarraron fuertemente por sus manos delgadas e indefensas. La tomé y me quedé observando la perfección de los nudos y el color que era bastante brillante que esta tenía. Le limpié la arena y la guardé en el bolsillo, junto con la foto del padre de Dylan. Me tapé el rostro con las manos ya que un repentino dolor de cabeza se avecinaba por mi frente y se extendía rápidamente por la zona del lóbulo occipital, induciéndome a un dolor intenso en los ojos.
Cuando los dolores pasaron, me retiré las manos y ahora estaba en la calle, frente a un poste de madera cubierto de propagandas, todas viejas y maltratadas por la lluvia y el sol, excepto una que parecía ser bastante nueva. Era una hoja que informaba sobre la desaparición de un niño llamado Arien Rizzo, por su apellido y la foto del niño deduje que era aquel rubiecito del parque, el hermano menor de Jeff, y también me informaba sobre que había pasado dos semanas de su secuestro. Arranqué la hoja y leí detenidamente todo pero de nada me servía, no me consolaba el hecho de saber que no podía hacer nada para ayudar, me sentía decepcionado de mí mismo y enojado por este reto en el cual ni siquiera sabía qué debía hacer. Doblé el papel y lo guarde en el otro bolsillo y el dolor intenso volvió.
Cuando volví a abrir los ojos estaba en una habitación, aparentemente de un chico ya que había una colección de autitos y el pelotas de todos los deportes sostenidas dentro de una red. Sentí que la puerta se abrió, rechinaba un poco, me puse detrás de la cama. Una persona se tiró en ella y lloraba un poco, la angustia comenzó a invadirme de nuevo. No fue difícil asimilar la idea de que estaba en el cuarto de Jeff, era lo más probable pero no perdía nada si lo averiguaba. A unos pocos centímetros de mí había un cuaderno, tirado en el suelo, que decía su nombre en la portada, «¿Era un diario? ¿Hay diarios para chicos?», definitivamente lo era y aunque iba en contra de mis modales lo leí.
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