El recorrido acompañado acabó pronto en una habitación de la segunda planta, donde ya en la puerta se escucharon las discursiones entre un par de niños, quienes callaron tan pronto como vieron a su padre entrar con compañía.
August se arrodilló al lado de su pequeño acompañante, empujándole hacia el interior de la sala.
-Nosotros iremos al salón. Alfred –Dijo, dando un par de palmadas sobre la cabeza de su sobrino- Tú quédate aquí y conoce a tus primos un rato, ellos te enseñarán la casa y te harán compañía.
-Entendido, tío –Alfred musitó sin ganas y con lentitud se soltó de la falda de su madre, quien se agachó para besarle la mejilla y se fue junto a su hermano.
Tan pronto como los dos mayores salieron de la habitación, Alfred sintió el aliento de aquellas lagartijas detrás suya. Fue entonces cuando una mano se posó en su hombro y con fuerza tiró, haciéndole dar una vuelta sobre sí mismo.
-Así que vos eres el tal Alfred –El mismo individuo que lo había jalado, más alto que él, habló ahora con un tono fuerte y juguetón, queriendo imponerse, pero parado por la vocecita afeminada y chillona que tienen siempre los niños de esa edad. Aún y con todo Alfred se asustó, retrocedió un par de pasos y lo volvieron a tirar hacia delante, sin soltarlo- Papá nos dijo de vos, eres más pelinaranja de lo que imaginaba.
-No puedes usar "vos" cuando usas verbos conjugados de tú –Otra voz se le interpuso, esta, un poco más grave y seria- Y es pelirrojo, no pelinaranja, esa palabra no existe.
-¡Cállate Rowan! –Se quejó la voz del principio, soltando a Alfred- "Ño ez pelinazanga" ¡Míralo! –le repitió con burla- ¡Su pelo es naranja! No rojo, ¿tú estás ciego también?
Alfred enseñó una ligera mueca y retrocedió. Aquellos dos locos continuaron discutiendo y él se acercó a la pared para usar de guía. No podía aguantarlo más, tenía que volver con su madre.
Tratando de adivinar de donde vino el ruido del golpeteo de la puerta, caminó hacia atrás y pronto dio media vuelta y tomó carrerilla hacia donde él supuso que esta se encontraba.
No recorrió mucho antes de chocar con alguien más.
-¡Lo siento! –Con una rápida reverencia se apresuró a ladear a la persona con quién se había chocado y siguió hacia delante, pero no por mucho, ya que un par de pasos más allá encontró la pared, sin rastro alguno de la puerta, y comenzó a palparla frenéticamente, con ojos ya húmedos.
El nuevo individuo, más bajo que Al, se frotó la nariz y rio ligeramente al darse la vuelta y verlo como estaba.
-Yo creo que es bonito –Habló finalmente y los otros dos callaron. Su tono de voz era suave, dulce y hablaba en susurros, probablemente era un niño de no más de tres años. Alfred paró en donde estaba y giró la cabeza hacia la nueva voz, luego el cuerpo, rindiéndose ante la idea de encontrar la puerta de salida.
-¿Qué dices, Chris? –La voz primera habló y a Alfred se le saltó el corazón del pecho del susto, ya que de alguna manera sonaba ahora justo a su lado y nunca lo escuchó moverse.
-Su pelo, creo que es lindo, naranja o rojo.
La habitación quedó en silencio por un momento. Al se llevó las manos al pecho y comenzó a frotarlas con nerviosismo y un fuerte rubor de color naranja cubrió sus mejillas y nariz. Titubeó por un momento antes de responder. No era bueno con los piropos.
-...Agradezco las palabras –Musitó.
-Soy Chris –El pequeñín extendió la mano, que Alfred no vio y, por ende, no sacudió.
-¡Finalmente, se digna a hablar! –La voz sonó de nuevo, ahora en el lado izquierdo, contrario al que estaba antes- ¡Saludos, Alfredo! Mi nombre es Friedrich Callagan, pero los plebeyos de alrededor me llaman Fred. Nunca he tenido un primo antes, así que por ti haré una excepción, llámame como tú quieras.
Alfred sonrió de lado con ligereza y alzó la mano, sacudiéndola como saludo. Aquel tal Friedrich le parecía extravagante y eso no le agradaba del todo, pero al menos era cómico.
Un tercero presente lo agarró del hombro, pasándole el brazo por detrás, y lo abrazó de lado.
-Y yo soy Rowan, soy el mayor y el único con un cerebro que funciona –Se rió, pero Alfred pudo sentir cómo se sacudió cuando Fred lo golpeó.
-Me llamo...
-Alfred. Lo sabemos.
-Oh...supongo que eso ya ha sido cubierto... bueno, mi querida madre es hermana de...
-De Papá, ya sabemos, también.
-...Bien...
-¡¿Sabes qué más sabemos también?!–El pasapalabra cambió nuevamente a Friedrich, que comenzó a mover los brazos al unísono con su entonación- Vives en la grrrraan ciudad y llevas trajes lindos, ¡como el que tienes puesto! Y hablas así gracioso como si fueras de la realeza o algo -Rió- Es divertido imitarte.
Alfred agachó las cejas, agarrándose a la camisa que llevaba. Ahora que lo pensaba, esta gente vive en el medio del bosque y visten camisetas y pantalones anchos y aquellas ropas limpias y finas que él vestía seguro les parecían un lujo o algo parecido.
-¡Oh! –La ligera voz del pequeñín se les unió, exclamando graciosamente como si acabase de hacer un importante descubrimiento. Se acercó, tomando la mano de Alfred y dirigiéndolo hacia la puerta- Querías salir, ¿verdad?
Las piernas de Alfred se movieron patosamente hacia delante hasta poder seguir el ritmo de su primo, que a prisa lo sacaba de la habitación. Pudo sentir con facilidad el final del cuarto y el inicio de otro, ya que este último era mucho más fresco que el anterior, al cual el daba directamente el sol por alguna ventana que nunca llegó a notar.
Unos pocos pasos hacia la mitad de la sala y se detuvieron de nuevo.
-¡Este es el pasillo! –Fred gritó.
-Ya... Estoy seguro de que es altamente bonito –Respondió con algunos segundos de retraso y un tono un tanto arrogante.
-Y aquí, una alfombra muy suave – Chris se interpuso, empujando la mano de Alfred (y con ella el resto de su cuerpo también) hacia abajo y sujetando con fuerza su muñeca le hizo pasar ligeramente la palma de la mano contra la superficie aterciopelada del suelo.
No fue mucho para que Alfred se agachara con una muy ligera sonrisa. Poco a poco el agarre de Chris se fue soltando y Al metió la mano en la alfombra hasta llegar a tocar el piso.
-Deberías quitarte los zapatos –Rowan observó y Alfred obedeció. Con cuidado de no chocarse contra nada se sentó sobre la alfombra, que cubría todo el piso del pasillo, y se quitó los zapatos. Tras dudar por un momento, se deshizo de sus medias también y se puso en pie, dando un par de pasos sobre ella sonrió de inmediato.
Se deslizaba con facilidad sobre el material, que hacía cosquillas y, efectivamente, era suave al tacto. Estuvo sobre ella un par de segundos y en seguida volvió a poner su expresión apática y se puso de nuevo los zapatos, para el desagrado de sus primos.
-¿Oye por qué tanta prisa? -Fred comentó molesto.
-Estos no son modales adecuados, mi padre no me lo permitiría.
-Tú papá no está aquí -Chris se agachó al lado de Alfred, mirándolo con grande ojos y una seriedad poco típica- No lo está
Alfred acabó de atarse los cordones y mantuvo el silencio por alrededor de un minuto. La atmosfera en el pasillo se volvió pesada por ese tiempo, con ninguno atreviéndose a romper el silencio.
-Entiendo...Vale -Alfred finalmente dijo, bastante más bajo- Quiero ir al bosque
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Weas varias
RandomHistorias sin contexto alguno, están por estar. No prometo que todo sea cannon ?¿?¿