Mahedo norte

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Una fría tarde que llegaba a su final.

Hacía poco que el sol se había puesto y el cielo rosado cambiaba rápidamente su tonalidad dando paso a la noche. La reciente nevada se había calmado, dejando una suave e inestable manta sobre el paisaje, extendiéndose tanto como el ojo podía ver.

Un bote pronto tocó la bahía, dentro de este un grupo de cinco hombres, dos de ellos, los que remaban, la piel azulada y orejas puntiagudas, con una vestimenta bastante ligera, mientras que el resto tenían una apariencia más cálida, con varias capas de ropa. Los tres hombres con las manos libres maniobraron juntos para conseguir sacar el cargamento del día, que posteriormente repartieron entre si dejando la mayoría de peces aún en la red.

-Sigue sin ser suficiente para cubrir los costes de la patrulla -Uno de los de cabello de agua habló, tras contar los peces restantes. Era bastante bajo con orejas largas.

-El límite de tiempo es este fin de semana -Su acompañante de piel más verdosa añadió- Nos quedan menos de dos días.

El resto del grupo se mantuvo en silencio mientras ataban sus respectivos peces, ninguno dispuesto a añadir nada a la red común. El de las orejas largas suspiró.

-Oh chicos, venga -Habló.

-No es nuestra culpa que hayamos tenido un mes tan malo, Valdi -Uno de los hombres fuertes habló con un imponente tono, cargando a su espalda la mercancía- Al contrario que tú, tenemos familias que abastecer, y ustedes la milicia siempre cobran demasiado.

-Cierto -Otro de los hombres, este más flacucho, dijo mientras salía del bote- Mañana haremos igual y saldremos desde temprano y cubriremos la cuota.

Con todos ya en tierra, el flacucho amarró mientras el de la piel verde cargaba la red en su espalda y Valdi hacía las cuentas, con ayuda de la luz del quinto integrante, cuyos brazos eran lo único que alumbraba el alrededor, pues la noche ya estaba bien puesta. Valdi hizo una ligera mueca y suspiró

-No podremos asistiros mañana, pero volveremos para recoger el cargamento.

-Roger, no decepcionaremos.

-Muy bien... en ese caso pueden retirarse ya -Con una ligera sonrisa le acercó una lamparita con una vela al chico que iluminaba, y este sin una palabra se sacó el guante y pellizcó la cuerda de la vela. Su mano se deformó por completo, tomando una forma más ligera, arremonilada, que por unos segundos fluyó brillante como fuego, hasta que, tan rápido como se deformó, su mano volvió a parecerse a una mano, revelando al apartarla la punta de la vela ya encendida, para el visual placer del Iceberg, el cual tras dar las gracias se marchó junto a su compañero y la carga.

Una vez estuvieron fuera de la vista, el musculoso de la barba echó a reír, y la tensión del ambiente se disipó mientras las restantes luces entraron a la gorda capa de nieve.

-Os juro que cada vez suben el costo.

-¿Oye y que hay con los cazadores? -El flacucho respondió molesto- Nuestras cargas juntas deberían ser mas que suficientes para llenar las panzas gordas de allá por Tradeña por dos meses.

-Nah, tienen la misma mala suerte que nosotros, esta nevada ha sido la peor que he visto en sesenta años, ¡una locura!

-Esos desgraciados ni alma tienen... Si siguen cobrando más y más es por tacaños... -Finalmente el chico que iluminaba habló, con un bostezo interrumpió la conversación, estirandose de brazos- Un poco más y estos peces tienen el tamaño de sardinas.

-¡No inventes Bernard! -El grandullón lo empujó con una sonora risa-

-Pero tiene razón... -El flacucho suspiró.

-Tengo razón –"Bernard" frunció el ceño- Sus patrullas ni siquiera hacen tanto, a la plaga no le gusta el frio, a este punto solo nos están explotando...

-Sabes que aún así pueden atacar

-Hace ya casi un siglo que se reconstruyó la villa tras el ultimo ataque, y desde entonces el clima no ha hecho más que enfriarse, ¿no crees que ya es tiempo de disminuir el numero de exterminadores? Esto es ya robo.

-Ya pero habrá que aguantarse. ¿Qué más tenemos? -Dijo el mayor- Si llega a ocurrir otro ataque y no hay exterminadores ten por seguro que es el final amigo.

-¿Has pensado en traer de vuelta a los Mcloughlin?

-¡Olvídalo Beethoven! Por más buenos que sean mientras esté aquí la milicia es imposible que vayan a intentar tomar monopolio de nuevo -comentó el flaco.

-Pero era mucho mejor entonces, ¿no crees? Nunca tuvimos estos... contratiempos cuando ellos tenían el mercado, siempre fueron muy benevolentes.

-Eso es cierto...

Los tres hombres suspiraron en molestia, continuando con su camino pronto llegaron a una pequeña villa, se despidieron y cada uno siguió su propio camino a casa. Beethoven se quedó solo y tomó el camino rápido de volar hacia su casa.

Weas variasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora