•CAP 1•

7 3 0
                                    

TÚ:

Me despierto temprano al oír los gritos de llamado de mi madre, Helena.

—¡Vamos amor, tu nueva institución te espera!

Miro el reloj en mi mesa de noche, marca que son las seis de la mañana.

Decido ponerme lo mejor qué hay en mi armario, lo cual no es muy bueno debido a que no tengo ropa "Moderna".

Bajo las escaleras y me encuentro a mi madre con una bolsa donde se encuentra el almuerzo para partir e ir a mi nueva institución.

—¿Qué hay en la bolsa?— enarcó una ceja.

—Descúbrelo en el instituto, te quiero cariño.

Deposita un tierno beso en mi frente y abre la puerta para que salga y monte en mi bicicleta color pastel.

El camino es de tan solo 5 minutos, rápidos si vas en bicicleta.

Nunca me ha gustado ir a las instituciones y mucho menos si yo soy la nueva.

La entrada es grande, un letrero de bienvenida está a la entrada y mucha gente se reúne a hablar justo en la puerta principal. ¿No tenían espacio dentro?

Pido permiso unas cuantas veces, mucha gente se burla y me mira de arriba a abajo, no me molesta demasiado. Mi estilo es despreocupado y con el cabello largo y un poco mantecoso, eso fue lo mejor que encontré en mi armario.

Saco de mi mochila el papel donde tengo anotado las materias que voy a tomar el día de hoy, primero matemáticas.

Una de las materias que más detesto para empezar el día el cual más detesto.

Excelente.

Me dirijo a mi casillero número 9 y depósito los libros que no necesito, en matemáticas siempre me ha tocado cargar demasiadas cosas, es difícil no entender una matrería ha cuando estás en último año.

Paso por los pasillos llenos de gente que murmura cosas y me mira al mismo tiempo, pero mantengo la cabeza en alto para que vean que no me intimidan sus miradas desafiantes.

Nunca he entendido el por qué de tener odio hacia personas que no conoces, creo que es falta de interés hacia la personas que insultas simplemente por no saber nada de ella o de él.

Los libros son un poco pesados y para rematar un chico me estrella al pasar con el hombro, siempre tan idiotas las personas.

—¿Qué no ves, idiota?— grita el chico que tumbó mis cuadernos. Alzo mi vista hacia él, tiene el pelo rubio y ojos azules, como no.

A su espalda andan dos chicos igual de guapos que el primero.

—Tú también tienes ojos, imbécil. Y además a dos perros falderos, eso suman seis pinches ojos, los que no ven son ustedes.

Me arrodillo para recoger mis cuadernos pero el idiota los patea y me empuja para que caía de cola.

—¿Eres nueva, verdad? La gente nueva me cae pésimo.

Escupe en mi cabello y siento ganas de romperle la cara, pero recuerdo en los problemas que me metí en el antiguo instituto, así que decido calmarme.

—No me gusta que me traten mal— les digo mientras intento pararme.

Una multitud se formó a nuestro alrededor, algo que me hizo incomodar bastante.

La Fiesta Nunca Acaba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora