P e r d ó n ; JinChan

IX.

—GongChan, por favor, ¿hasta cuándo vas a ignorarme?

Los siguientes días después de recibir aquél correo me aplicaste la ley de hielo. No me dirigias la palabra, no me escribías textos avisando que ya vendrías a casa, no te tomabas la molestia de siquiera mirarme.
Me disculpé una y otra vez. Supliqué. Expliqué el por qué aún cuando tú no querías oírlo.
No entendía qué más querías de mí.

—¿Qué necesito hacer para que me perdones?

GongChan se detuvo en seco. Como si fuese un maniquí dio la media vuelta en un movimiento rígido. Miró a JinYoung a los ojos con una suma decepción.

—No entiendes que no quiero tus disculpas. Me duele que lo hayas hecho.

Te corté las alas.

—Esa hubiera sido mi gran oportunidad. Yo no hubiera hecho lo que tú hiciste.

Te impedí volar.

—Eso no lo puedo dejar pasar como las insignificantes peleas que hemos tenido.

Estoy pagando el precio de mis acciones.

—¿Puedo hacer algo para remediarlo?

—Tengo un par de semanas antes de que le den ese trabajo a otro. Págame el viaje si tu conciencia aún te lo permite.

—GongChan...

—Es todo.

Lo pensé demasiado. Ahora me doy cuenta que ni siquiera debí pensarlo.
Llegué a conocer tu espalda más de lo que me hubiera gustado llegar a conocerla. Conocí el silencio. Conocí lo que era ser realmente ignorado. Conocí lo que era extrañar a alguien, incluso estando frente tuyo.
El GongChan del que me enamoré se fue. El JinYoung del que te enamoraste se fue.
Nuestra última pizca de esperanza por recuperar lo nuestro se extinguió y experimenté un dolor que nunca había experimentado antes.
Desperdicié mi única oportunidad.
Antes de darme cuenta, ya estabas empacando tus cosas para irte.

Perdón porque a este punto ya no tengo valor para seguir pidiendo perdón.