VII.

130 24 0
                                    

Nuestra relación crecía, se volvía más fuerte, nos amábamos como nunca. La gente elogiaba nuestra relación y comentaba lo bien que nos veíamos juntos. El amor nos rodeaba con una cálida manta que nos protegía de todo frío mal.
Pero todo tiene un límite y una vez que llegas a él  lo único que queda es descender.
Lo mismo pasó con nosotros.
Mientras clasificabas las fotografías que tenías guardadas en una gran caja, no parabas de repetir una y otra vez que tu trabajo en la galería te tenía muy alejado de casa, muy alejado de mi, de nuestra relación.
Mi trabajo al igual que nuestro amor empezaba a pasar por una fase de crisis. Pasaba más tiempo en casa de lo que hubiera deseado.
En la correspondencia de un jueves en la mañana, un sobre que tenía escrito tu nombre en letras grandes se hizo destacar entre los avisos de facturas. El manuscrito era impresionante, con sólo observarle se detectaba la presencia de algo importante.

Gong Chan Shik.
Hemos seguido tu trabajo desde hace unos meses. Es un honor alagar a tan buen fotógrafo, alguien que sabe capturar la esencia del momento y la comparte de una manera tan alegre con el mundo.
Conocemos la belleza de Corea del Sur gracias a su impecable trabajo.
Le ofrecemos la oportunidad de hacer lo mismo con nuestros bellos parajes de Escocia.
Sabemos que nunca ha salido del país. Sería el primer paso para dar a conocer su trabajo a nivel mundial.
Reconocemos el talento cuando lo vemos.
Somos un grupo de personas como usted.
Le pedimos de favor, y si está interesado para aclarar cualquier duda y hablar sobre el asunto, pase a nuestra página web y nos escriba un correo de regreso (hemos escrito la dirección dentro del sobre) pues hemos enviado esta carta antes de partir.

Sé que no fue buena idea leer esa carta y esconderla donde nunca la encontrarías.
Hoy en día sigue escondida.
Tengo que deshacerme de ella antes de que los próximos dueños la lleguen a encontrar.
Estoy seguro que en estos momentos recordar el incidente de la carta te ha hecho enojar, otra vez, pero es algo de lo que tengo que disculparme.
GongChan, te conozco y en cuanto leyeras esa carta saltarías de emoción por toda la casa, harías planes para ir a Escocia, investigarías todo lo posible del país, de los fotógrafos famosos, responderías ese correo de inmediato y al día siguiente me vería obligado a ir de compras contigo por tu afán de comprar ropa cada que se aproxima una evento importante.
No sé cómo explicar lo que sentí, eran celos, miedo, posesión hacia tu persona. Ibas a viajar a otro país, otro continente, tu carrera iba despegar, la gente te contrataría y viajarías más, estarías lejos de Corea por mucho tiempo, lejos de mí. Entré en pánico.

—¡He llegado! —vociferó GongChan al llegar a casa. JinYoung le recibió con una especie de alegría, amor, miedo e inseguridad —. Traigo pizza para cenar.

—Que... Que bien. Muy bien. Moría de hambre —tomó la caja de pizza con presteza, llevándola directamente al comedor. GongChan no dudó en seguirle.

—¿Estás bien? Te noto algo extraño y apenas me miraste.

—Estoy bien. Hay que comer. ¿Cómo te fue hoy en la galería?

—¡Maravilloso! Deja te cuento...

La primera noche no pude evitar temblar, me alegra que tu relato de cómo fue tu día te entretuviera lo suficiente para no prestarle mucha atención a mi nerviosismo.
¿Le digo o no le digo? ¿Le digo o no le digo?
No quería a mi novio lejos de mí. No quería quedarme solo en casa sufriendo por la distancia y mal trabajo cuando tu eras cada vez más reconocido. Quería que Gong Chan Shik fuese sólo para mí.
Ahora me doy cuenta de lo egoísta que fui.

Perdón por los celos.
Perdón por esconder la carta.
Perdón por ser tan posesivo.
Perdón por ser tan egoísta.

P e r d ó n ; JinChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora