Y después de la tormenta, vuelves con esa característica manera tuya de brindarme una ráfaga de aire fresco que alivia mis sentidos y mi cuerpo.
Qué eres la única persona capaz de tirar flechas directas al órgano más maltratado que existe, y en vez de hacer que este bastardo sangre, sane.
Y que sí, que siento ser una ingrata y una desagradecida, pero en mi defensa diré que los órganos dañados cometen errores graves en su funcionamiento y, por suerte o por desgracia, mi pequeño llegó dañado de fábrica.