Capítulo 4: La Nueva Profesora

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- Ginny… ¡Ginny despierta! ¡Vamos Ginny! ¡DESPIERTA! ¡Ginny! ¡Despierta! – insistía Hermione zarandeando a la pelirroja.

- ¿Hermione? ¿Por qué me despiertas? – respondió la pelirroja frunciendo el entrecejo y con unas ojeras gigantes.

- Por que estabas dormida, ya son las dos de la tarde, tus clases ya empezaron… no estarás planeando faltar a todas… ¿O si? – al escuchar esto, la pelirroja saltó del asiento (ya que se había dormido en la mesa al desayunar).

- ¿Por qué no me avisaste? – dijo Ginny corriendo hacia su clase.

- Vamos Ginny, mejor apúrate – dijo la castaña abandonando a la ojiazul – Mis clases empiezan en una hora, ¡Debo organizar mis cosas! – exclamó nerviosa y muy contenta la ojimiel.

-O-

Cada semana, los alumnos que habían pertenecido una casa elegían la contraseña, los ex-Slytherins habían elegido la contraseña esta semana. Pero Harry se negaba a decirla.

- Vamos, Harry, sabes que no es de verdad – insistió Hermione por sexta vez.

- No – dijo firme el azabache.

- Bueno, la diré yo. Todos los… - pero no finalizó la frase, ya que Harry le tapó la boca con la mano.

- No lo digas. Aunque no sea verdad, no permitiré que lo digas. – dijo el ojiverde abrazando a Hermione.

- Potter, Potter, Potter ¿Cómo vas a entrar si no dices la contraseña? – hablaba la voz de Pansy Parkinson siseando – pero seré buena, y la diré por ustedes dos… todos los sangres sucias morirán pronto – el retrato del hombre a caballo bufó y dejó entrar a Pansy Parkinson.

Harry y Hermione no entraron. El orificio del retrato se cerró y dijo:

- Harry Potter, disculpe, pero yo no puedo hacer nada, y la señora McGonagall está muy ocupada en otros asuntos como para fijarse en este tema – dijo compasivo.

El hombre era alto, vestía ropas medievales, y estaba montado sobre un cabello tan blanco como la nieve.

- Lo sé. Lo sé… - dijo Harry soltando a Hermione a la cual había tenido abrazada todo el tiempo – abre, Parkinson dijo la contraseña - exigió.

El retrato se abrió nuevamente, dejando pasar a ambos.

- Hermione, te juro que si por casualidad veo a Malfoy le romperé la cara. Sé que él fue el principal responsable de esa contraseña. – ésta, como respuesta, lo abrazó, y le depositó un sonoro beso en la mejilla.

- Harry, no me afecta en nada lo que puedan decir esas serpientes – dijo la castaña soltando a Harry.

- Herms… Creo que no deberíamos… ya sabes… abrazarnos o… – dijo el azabache algo incómodo.

- O… ¿esto? – dijo la ojimiel depositando otro beso más largo en la mejilla del moreno.

- Si… eso, Herms. – dijo Harry cabizbajo.

- ¿Por qué? – inquirió la ojimiel.

- Ron… Ginny… - respondió el azabache.

- Primero, Ginny no está aquí, recuerda que está cursando séptimo año, solo la veremos en viajes a Hogsmeade. Segundo, Ronald es mi amigo, al igual que tú. – dijo Hermione un poco más relajada.

- Pero, ¿No te conté lo que me pasó cuando encontré a la espada de Godric Gryffindor en el hielo? – inquirió Harry con los ojos algo húmedos por el recuerdo de todas las cosas que habían pasado el año anterior.

El amor en brazos del enemigo - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora