Capítulo 5: Astoria Greengrass

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Hermione se quedó congelada ante la pregunta de su amiga. Esperaba estas cosas de Ron, o de Harry, incluso Ginny, pero no de ella.

- Luna… No sé… No me hizo nada malo, como para vengarme – respondió ésta dudando.

- ¿No? – inquirió la rubia.

- Perdonen señoritas… pero ¿Piensan entrar? – preguntó el hombre montado a caballo del cuadro.

Ambas entraron, y quedó claro que Hermione no quería vengarse de nada. Fue a desayunar cuando sus amigos se despertaron.

-O-

- ¿¡Cómo qué te olvidaste! – gritó él comenzándose a enojar.

- Te dije que no lo recuerdo, pero por que no fui al baile, te dije que estaba enferma. – repitió ella con un poco de miedo.

Él tomó el cuello de la túnica, lo abrió, y vio que en el cuello de Astoria, no había nada. Ninguna "A" ni ninguna "G".

- ¿Dónde están las iniciales de tu nombre? – preguntó él bastante furioso.

- Draco… ¿Te das cuenta de las cosas que me estás preguntando? ¡Sólo sé que estoy saliendo con alguien!, ¡no fui a la fiesta! y ¡no tengo mis estúpidas iniciales en el cuello! – gritó ella enumerando con los dedos.

Éste, que la había soltado del cuello, la tomó por ambas muñecas, la giró y le dijo tirándole su aliento en la cara:

- A mí nadie me habla así – y la soltó con mucha fuerza; tanta, que la rubia cayó al piso.

Cuando pudo incorporarse, ella salió corriendo en la dirección opuesta por la que él se había ido caminando.

-O-

Greengrass, se cree mucho por que la besó el gran Draco Malfoy, además yo sé que sus padres están en quiebra… Aunque… Hablando de estar en quiebra…

Pensó al divisar a Weasley, Potter y Granger.

- Oye Weasel, vi una moneda por ahí, tómala antes de que Filch se la quede – dijo Draco señalando al piso, y soltó una carcajada al ver como el estúpido Potter se ponía rojo de ira.

Pero su cara de diversión cambió a la de sorpresa, al ver que Granger quería huir de la pelea, yéndose por el lado de la biblioteca. Él se fue por el lado opuesto, sabiendo que había un atajo cerca, que lo llevaba directamente a la biblioteca. Potter se las iba a pagar, y sabía que a Potter le dolería más que molestara a Granger, a que le lanzara un Crussiatus a él mismo. Al llegar a la biblioteca vio a la sangre sucia sentada, leyendo. Él sabía que Potter y Weasley lo debían haber seguido, por lo tanto actuó rápido, fue a la mesa que estaba al lado de la de Granger, y dijo:

- Rex, ven acá.

El elfo, apareció al instante. Y su cara se horrorizó al ver quien lo había llamado.

- ¿Qué...? ¿U-uste-ted me lla-lla-llamó? – inquirió el elfo temblando.

- Soy tu dueño ¿No lo recuerdas? ¿Y no recuerdas que te dije que si te veía tartamudeando de vuelta te lanzaría un Crussiatus? – preguntó Draco sonriendo, ya que Granger, había bajado el libro que estaba leyendo para verlo maltratar al elfo con expresión de horror en el rostro.

- No, no, no, usted le dio una prenda a Rex, Rex es libre. Usted no puede… Ella… Ella dijo que la señora McGonagall… – dijo el elfo señalando a la castaña.

El elfo tenía la fea bufanda puesta, Draco se la sacó y dijo:

- Ya eres mío de vuelta… - pero la ojimiel reaccionó sin poder evitarlo.

El amor en brazos del enemigo - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora