Capítulo 11: Confesiones

84 1 0
                                    

Ella caminaba sumida en sus pensamientos, hacia la Sala Común de Gryffindor. Cuando llegó a la puerta, dijo la contraseña, pero Ginny no se encontraba en la Sala Común. ¡Qué suerte! No creía ser capaz de mirar a Ginny a los ojos después de haber estado besando a Harry en ciertas ocasiones. Es más, ni siquiera sabía para que había ido. En el camino a su Sala Común, una mano la tomó del hombro, la llevó hacia atrás, y le tapó los ojos; ella en estado de shock no pudo ver quien le había tapado los ojos, ni quien le estaba impidiendo hablar en ese instante. De pronto una voz le susurró:

- Camina – era una voz masculina, Hermione seguía en estado de shock.

Las manos la hicieron caminar, ella avanzó sumisa. Caminó por unos diez minutos, y de pronto, sintió frío, había salido del castillo, estaba aproximándose al lago. Sintió miedo, por su mente se apareció la idea de que la iban a ahogar. Pero desechó esa idea, ya que si alguien quisiera matarla, le lanzarían un simple, pero efectivo Avada Kedavra. Finalmente, la mano dejó libres a sus ojos, y la mano que rodeaba su boca, la movió a sus hombros, y la hizo darse vuelta, haciéndola quedar frente a frente con su "secuestrador". Era Malfoy… Draco Malfoy. Quedó sorprendida. Pero no se esperaba que fuera posible sorprenderse aún más, ya que el rubio, se aproximó a ella, y quebró el espacio que los separaba. Besándola. Hermione abrió los ojos como platos, cuando pudo reaccionar, cerró los ojos, y le correspondió, con toda la pasión que ella era capaz de dar.

Esos labios húmedos, carnosos, no sabía que los extrañaba tanto…

Pensaba un rubio interiormente saboreando la boca de la castaña. ¿Por qué él la besaba? Ni él lo sabía. Simplemente al ver ese beso entre Potter y ella, quiso demostrar que esa boca sólo le pertenecía a él. Continuaron así, hasta que ella bajó la cabeza, pegando su frente a la de Draco, aunque todavía con los ojos cerrados, y la sensación del beso en sus labios.

- ¿Por qué? – preguntó Hermione

- ¿Hmmm...? – ese sonido sin significado, hacía que Hermione se derritiera.

- ¿Por qué te veo besando a Pansy, y al día siguiente me lo haces a mí? – preguntó la ojimiel sin el valor suficiente como para abrir los ojos.

- ¿No te gustó? – preguntó él sonriendo, ante la imagen de Hermione con los ojos cerrados.

- No respondiste mi pregunta ¿Por qué? – continuó ella sonrojándose.

- Lamento no poder contestar, Granger, pero, dime ¿Qué hacías tú besándote con Potter? – inquirió este con desprecio en la voz.

- ¿QUÉ? – por la sorpresa, Hermione abrió sus ojos a la velocidad de la luz, transformando su expresión de tranquila, en alterada.

- Te vi, Granger – respondió el rubio impregnando el veneno en la voz.

- No, no, no… te… equivocaste – dijo la castaña con un hilo de voz.

- ¡No me mientas! ¡No soporto a los mentirosos! ¡Y mucho menos si es algo que vi con mis propios ojos! - ¡Hermione! ¿Qué te pasa? Ya te hizo sufrir demasiado, no lo dejarás ganar esta vez.

Pensó Hermione.

- Si, era yo ¿Y qué? – dijo la castaña sintiéndose poderosa.

- No servirá, Granger. Sé que te gusto desde ese beso en la fiesta y trataste de olvidarte de mí con Potter, supongo que esto te hará volver a la realidad, y te darás cuenta de que hay cosas imposibles, y que ese cara-rajada bese mejor que yo es una de ellas – dijo el rubio arrugando la nariz.

- ¡Cállate hurón! – gritó ésta comenzando a correr.

- ¡VUELVE EN ESTE INSTANTE, SANGRE SUCIA! – gritó el rubio eufórico corriendo a toda la velocidad que le permitían sus piernas.

El amor en brazos del enemigo - DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora