011.

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Hubo un momento en que a Jimin le cedieron las rodillas y se dejó caer al piso mirando directamente hacia el techo del gimnasio. Todo su cuerpo dolía, le faltaba el aliento y hasta se había mareado un poco. Hubiese dado lo que fuera por tomarse al menos dos litros de agua en ese mismo instante.

– No te he dicho que descanses, mariposa.

La voz de Jungkook retumba en sus oídos pero Jimin no es capaz de moverse. Había descubierto que además de ser un gruñón de primera, el chico tatuado era de esos entrenadores que no te dejaba en paz hasta verte sin piernas o algo parecido.

Habían empezado con estiramientos, nada complicado para el pequeño cuerpo de Jimin. Luego Jungkook había dicho que correrían a través de la cancha. Para la tercera vuelta el pecho de Jimin ardía por no tener costumbre de ejercitarse pero poco importó porque completaron las diez vueltas entre las quejas del peli-morado. Como tercer ejercicio vinieron los abdominales que fueron una verdadera tortura después de haber corrido anteriormente y que sus costillas aún se estuviesen contrayendo al respirar. Jimin se iba a rendir pero Jungkook no se lo permitió, es más, apenas cumplió con las tres series de 30 abdominales lo puso a golpear el saco de boxeo pidiéndole a cada minuto que aumentase la intensidad. Las manos de Jimin estaban entumecidas cuando Jungkook le dijo que podía parar... Solamente para dar otra vuelta más a la cancha.

Lo peor del asunto era que Jungkook hacia las mismas cosas que el pero con el doble de intensidad. Mientras Jimin corría el podía dar fácilmente dos vueltas a la cancha o triplicar la cantidad de abdominales. Y ahora que estaba tirado en el piso sin poder moverse Jungkook estaba saltando la cuerda de forma rápida como si fuese la cosa más normal del mundo.

– Te juro que no puedo más –susurra Jimin apenas recupera el habla.

– Eres un quejica, apenas hemos empezado.

Jimin pudo haberse desmayado en ese mismo instante pero dio un suspiro largo para luego enderezarse y mirar hacia Jungkook quien seguía saltando como si fuese la cosa más natural del mundo.

– ¿Estás en algún equipo que tienes tanta resistencia?

Jungkook se ríe ante la idea, parece que Jimin era cómico en sus tiempos libres.

– ¿Me ves cara de no tener cerebro y apuntarme a un equipo donde la única meta de esos idiota es llevarse porristas a la cama?

Jimin refunfuñó. Quizá el cansancio le estaba quitando lo inmune a los comentarios sarcásticos de Jungkook.

– Con un no bastaba.

Odiaba sentirse sudado, necesitaba una ducha con urgencia pero parecía que su súper entrenamiento aún no iba a finalizar. Jungkook dejó de saltar la cuerda tirándola a un costado para luego acercarse al saco de boxeo, propinó varios puñetazos y patadas muy certeros. Jimin estaba muy atento viéndolo, absorto en la fuerza que utilizaba. El jamás podría llegar a ese nivel, no era grande ni tenía la capacidad.

– Levántate, mariposa.

Jimin quería negarse y gritar que ya no podía más del cansancio pero de todas formas hizo caso. Cuando estuvo sobre sus piernas pensó que caería, estaban tan entumecidas que apenas sentía. Jungkook lo miraba con una sonrisa burlona en el rostro, Jimin frunció el ceño porque se suponía que debía ayudarlo, no convertirlo en un chiste.

– No me mires así –lo riñe Jungkook y Jimin revolotea los ojos.

– Te estás burlando de mí –contesta Jimin enojado.

– Solo me hace gracia lo magullado que estás y es el primer día.

– No acostumbro a ejercitar, genio.

Agridulce ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora