Lester Djokovic atravesó su piso tambaleándose a causa del sueño, lo había levantado de la cama el odioso sonido del teléfono de su despacho. Eran las ocho de la mañana del lunes, pero como era su propio jefe, y además el trabajo de investigador privado le permitía normalmente dormir un par de horas más ¿A quién se le ocurría recurrir a un investigador privado a esas horas? Esperó que fuera una llamada importante y no una llamada desde un país en decadencia para que se cambiara de compañía telefónica. Llegó al teléfono al cuarto tono. Al otro lado estaba su secretaria (ya en su oficina oficial).
-Lester, preguntan por ti.
Se restregó la mano por la cara para quitarse las legañas.
-Si no es urgente dile a quien sea que más tarde le atenderé -Miró con intriga el reloj de la pared-. Por ejemplo a las... once.
Tras una pequeña pausa la voz de la recepcionista sonó de nuevo.
-Dice que tienes que atenderla ahora. Dice que su marido ha desaparecido esta noche.
- ¿Para eso me llamas?
-Dice que te pagará el doble si vienes ya.
Pensó detenidamente la idea. La imagen de facturas se formó rápidamente en la cabeza.
Últimamente iba escaso de dinero y le vendría bien esa paga doble.
-Dile que en media hora estoy ahí -dijo mientras se restregaba la mano por la cara. En media hora como dijo ya estaba en la entrada del edificio, ahora llevaba un traje negro de gran corte en vez del pijama, donde estaba su oficina tomándose un café frío con el doble de leche. Subió los dos pisos de escaleras y entró en su oficina (que solo eran dos salas, la sala de espera y su despacho). El viaje se le hizo agotador pero entró con toda la serenidad que pudo. Al entrar vio a su secretaria jugando disimuladamente con el ordenador y a una mujer rubia de no más de 35. Se decidió por hablar él primero ante la mirada hostil que recibió de la visitante.
-Me llamo Lester Djokovic -extendió su mano hacia la mujer-, y usted es... -Por el momento la señora de Xavier Grimes.
-Supongo que viene por eso.
- ¿Podemos hablarlo en privado?-dijo mirando por encima del hombro a la secretaria. Entraron en el despacho. En dos paredes había vitrinas llenas de maquetas varias, desde la puerta de Brandeburgo hasta el Halcón Milenario. Su mesa estaba desordenada pero lo arregló rápidamente ocultando varias piezas de maquetas debajo de su mesa. Se sentó en su querido sillón y abrió los brazos sin que se notara, eso hacía que quien viniera a contratarle confiara más en él. Era una estrategia antiquísima en su repertorio.
- ¿Bueno para que me necesita exactamente señora Grimes?
-Mi marido ha desaparecido esta noche.
- ¿En qué trabaja el señor Grimes?
-Es el subdirector del museo de Historia Natural desde hace años.
-O sea que es alguien de clase alta, de los que se van con los colegas ricachones de farra como si fuera una reunión. ¿Cierto, señora Grimes?
-Es cierto. Creo que me engaña.
- ¿Entonces cree que porque no ha llegado esta noche, se ha fugado de casa?
-El siempre volvía. A veces borracho, pero siempre volvía.
- ¿Iba a algún sitio en especial donde pueda buscarlo?
-Si un bar en West End, el "Nexder, creo que se llama.
Lester sabía perfectamente que bar era, un bar de gente adinerada al que nunca le dejaban entrar. Por su trabajo había intentado colarse alguna vez para comprobar si los maridos de las mujeres que lo mandaban a espiar las engañaban. Pero el Nexder procuraba que los investigadores privados estuvieran alejados de ahí para que sus clientes estuvieran tranquilos. Si le hubieran dejado entrar alguna vez se habría ahorrado horas de estar en un coche esperando para hacer una foto a un marido infiel.
-Si lo he visto.
-Suele estar algunas noches bebiendo whisky ahí.
- ¿Me puede dar una foto para preguntar por él?
La desesperada mujer le dio una foto de un hombre con el pelo engominado y la barbilla alargada.
-Le traeré a su marido atado de pies y manos si quiere -dijo con una pequeña carcajada.
La señora Grimes le devolvió otra vez una mirada que le borró su sonrisa para luego darle la mano.
-Me da igual el truco típico de su calaña que use mientras consiga hacer su trabajo. Se fue y Lester se terminó su café para prepararse para el trabajo.
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Té
Mystery / ThrillerPublicado en físico y Ebook con Editorial Seleer "El asesino no es consciente de lo que hace, por lo que cualquiera puede serlo sin apenas saberlo". El capitán McCarthy se hará cargo de un caso que trastornara su mundo. El cuerpo, con claras señ...