Capítulo 1

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Todos se piensan que el amor se consigue de un día para el otro, y eso os puede asegurar experto de el amor que ahora mismo está presente a que eso no es así. Me llamo Maverick Thompson y vivo en Florida. Todo el colegio, o mas bien dicho instituto, me conoce como el "ligon" de 4 de la ESO. Pero eso en realidad no es así. Mi primer amor, mas bien dicho relación pasajera, fue a los catorce años. Si, me acuerdo perfectamente. Mía. Esa chica del campamento en que tanto me fijaba. Realmente no duramos mucho, creo yo que es normal siendo tan pequeños como eramos. Para poder soportar una relación a distancia con el chico o chica que te gusta se necesita un manual, bastante sencillo y corto, pero se le puede considerar un manual:

1. SER MAYOR QUE YO

Osea, no tener 16 años ni mucho menos. Tener 16 años para tener una relación a distancia es muy complicado. Así que ya no os voy a explicar que si tenéis 14 años o menos, ni lo intentéis, os lo digo por pura experiencia.

2. ESTAR MUY ENAMORADO DE ESA PERSONA

Eso a primera vista parece obvio, pero después a la hora de actuar no piensas en la frase anterior. Hay gente que está saliendo con alguien a distancia y les funciona. Yo realmente no saldría con una chica si nuestras manos estuvieran a muchos, por no decir bastantes, kilómetros de distancia.

3. TENER LA ESPERANZA DE VOLVERLA/LO A VER

Al menos si fuera yo, me gustaría tener un poco de esperanza en volver a ver a esa persona tan especial, ni que esa pizca fuera microscópica. 

Pues este sería el más básico, simple y corto manual de relaciones a distancia que no podrás encontrar en cualquier sitio, este es único, porqué es mi opinión.

Esta historia que os voy a contar es mi vida. Y os preguntareis, ¿Por què Maverick nos a a soltar una larga y poderosa historia? Se que os va a interesar.

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El día 10 de febrero estábamos todos en los pasillos del instituto cuando de pronto una chica nueva de este trimestre nos pregunta dónde estaban los baños. Logan, mi amigo desde la infancia, me miro con una pequeña sonrisa como si se estuviera burlando de la novata:

- Perdonen, me podrían indicar dónde están los baños por favor?- Dijo la chica retorciéndose su maravilloso pelo rubio. 

-Están al fondo del pasillo- le contesto rápidamente Logan. La chica asintió con la cabeza y se despidió.

- Ah, por cierto. Mi nombre es Abigail.

Al oír ese nombre... Se me hizo un nudo en la garganta que no me permitía respirar lo más mínimo. Logan se dio cuenta de que no estaba como yo debería estar. Poco a poco iba perdiendo el moreno playero que aún me duraba de las vacaciones de verano. Juntos fuimos a clase de Literatura clásica. Allí me encontré a Charlotte, en el pasado tuvimos un amor inolvidable, cosa que eso no fue tan bueno. Ya que cuando lo dejamos de mutuo acuerdo ninguno de los dos dejaba de pensar en el otro. Con el tiempo fuimos olvidándonos y quedamos como buenos amigos. 

Nos saludamos y nos sentamos al lado. Yo estaba a un lado y Logan en el otro, por lo tanto Charlotte quedaba en medio. 

Cuando sonó la campana en señal de que oficialmente empezaban las clases, entró la decepción de la mañana por la puerta. Estaba hablando de la profesora y directora del centro Grace Stewart.

-¡Esa señora es la amargura en persona!- dijo Logan. La mujer debería estar sorda, con lo que gritó me extraña que no lo oyese.

Después de media hora explicándonos por quinta o sexta vez el concepto de Literatura clásica, llamaron a la puerta. Era la chia de antes, Abigail... Cada vez que oía ese nombre me daban ganas de lastimarme los nudillos contra la pared más cercana. 

La razón por la que no quiero escuchar ese nombre es... Cuando era pequeña, rondando los 10 años, mis padres se llevaban de maravilla. Mi madre se llamaba Katilyn y mi padre Connor. Un día mi padre dijo que se tenía que ir de viaje. Esa misma noche él cogió el coche hasta Washington DC, ya sabéis, por temas de trabajo. Al haber contado las trece horas de viaje que hay en coche hasta allí, intenté connectar con él a través de una llamada. Yo estaba escuchando ya el tercer "piiip" que hacia el móvil al llamar a alguien. Al no escuchar su voz a traves del aparato nos asustamos. Estabamos en un laberinto sicológico, en el cual no podíamos salir de él. Perdidas en ese laberinto y con un nudo en el estómago volvímos a llamar. Esta vez no esperamos al tercer "piiiiip", sino que al segundo él ya contestó. 

-¿Diga?- Dijo mi padre tan tranquilo

- ¡Papá!- dije con desesperación con la garganta seca- ¡Mamá y yo nos hemos asustado!

-¡Oh! No teniais por que hacerlo. Había ido al baño.- De repente se empiezan a oír gritos. "¡Abigail!¡No! ¡Abigail!" Los gritos sonaban cada vez con más intensidad y fuerza. La voz de mi padre era la que gritaba ese nombre.
Exactamente no se que es lo que pasó. Aunque los policías dicen que fue un secuestro, yo aposté oir unas balas salir de la misma pistola que el oficial pudo recoger del apartamento que se alojaba mi padre, actualmente desaparecido.
Después de una larga investigación, pudimos llegar a saber que había una chica de la limpieza llamada por el nombre de los gritos.

Una vez explicada la historia del nombre que no quería que me llegase al oído, Abigail entró a la sala de Literatura. Ella estuvo hablando con la señora Stewart sobre su largo retraso en la clase. No pudimos llegar a oirlo, aunque nosotros apostamos a que no encontraba esta sala.

~.~

Una vez acabadas las clases, estaba esperando a Logan, que había ido a decirle a su hermana que hoy no podía llevarla a casa. El motivo por el cual no la podía llevar era sencillo. Íbamos a ir con unos amigos de la clase de física a tomar algo al bar que quedaba en frente del centro comercial.
Cuando llegó al banco donde yo estaba, nos acercamos al coche para largarnos de ese infierno.

-Hey Logan, ¿ya le has dicho eso a tu hermana?
-Si, ella resulta que tampoco tenia planeado ir a casa esta tarde, así que...-La hermana de Logan es una de las chicas mas populares del instituto, sus piernas tenían las curvas definidas y su longitud era infinita. Su cabello era color caoba, un caoba intenso. Ese cabello hacia que aquel que lo intentase tocar, hacia la función de un hechizo, te hipnotizaba al rozarlo. Ella se llamaba Noha, la famosa Noha. Ella y sus amigas, Martha y Joyce, estaban un año por debajo que nosotros, por lo tanto iban a tercero de la eso.

Cuando llegamos al coche, el cual estaba aparcado en un hueco justo en frente del instituto...
-¡Mierda!- gritó Logan. Yo al principio no lo entendí, pero al guiarme por la dirección hacia donde miraban sus ojos, pude identificar el problema. 

-¡Mav, tío me han pinchado las ruedas!

Para mí solo existes tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora