I'll let you go...

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Por un segundo, el viento corrió frío por su cuello desnudo. No se sentía cómodo, algo había cambio en su totalidad, no le gustaba para nada y Seijuuro se veía molesto. Quiso hablar, pero por alguna razón, le daba miedo volver a dirigirle la palabra al pelirrojo. Ciñó la cinta del bolso mirando los getas frente a él.

−¿Es Hiroshi quien te gusta? -preguntó Akashi después de resoplar.

Furihata dio un respingo, miró a Seijuuro nuevamente descubriendo que la mirada aterradora que le dirigía a la oscuridad de la tarde, se había desvanecido dejando lugar hacia la acostumbrados ojos apacibles.

−¿También te lo dijo Kuroko? -preguntó Kouki agachando la cabeza.

−Heh... así que acerté. -rio sin muchas ganas de hacerlo. -Es fácil deducirlo si te ruborizas cada que hablas con él. Además del hecho de que registras su nombre de pila llamándolo por su apellido.

Kouki levantó la mirada, sorprendido por cuan perceptivo era Seijuuro. Aunque si ponía atención, era él quien no se daba cuenta de cuan notorio podría llegar a ser. Agachó la mirada nuevamente sintiéndose extremadamente avergonzado por no percatarse de eso antes.

Por otro lado, Akashi mantenía su máscara de comprensión y simpatía hacia el avergonzado muchacho que terminaba por ser descubierto por una persona que apenas conocía, con la que se había sentido en confianza con facilidad ya hora él tendía que ayudarle a poder deshacerse de esa incapacidad que lo hacía retroceder ante la persona que le atraía. Si, debía ayudarlo y no defraudar la confianza originada ignorando el encanto que sentía hacia Furihata Kouki. Sin embargo, en su interior se sentía furioso. Se retractaba de haber aceptado la oferta de Kuroko al decirle que fueran juntos a biología. Se sentía incluso peor al no negarse a ayudar a una persona incapaz de dar un paso sin temer la caída. Que idiota. Ah, pero aun podía ignorar la existencia de Fukuda Hiroshi y bien, quedarse con el paradójico castaño que no terminaba de descifrar en su totalidad.

¿Le dejaría de cautivar si lo descubriera? Es decir, ¿el encanto de Kouki terminaría una vez que Akashi encontrara que no había nada más interesante en el castaño? ¿Todo terminaría una vez se acostumbrara a su particularidad? ¿Dejaría de sentir su corazón acelerarse cada que lo viera, o cada que una sutil sonrisa iluminara el rostro con color a sol?

−Entonces, ¿puedo contar con tu ayuda? -preguntó dubitativo.

−Por supuesto. -contestó saliendo de sus cavilaciones tan poco propias de él. La respuesta había salido en automático de sus labios, ni siquiera dudó en responder incluso cuando su mente le gritaba que lo rechazara y no volviese a verlo.

−¡Gracias, Sei! -sonrió mostrando sus lindos dientes siendo delineados por los labios sonrosados del castaño. Seijuuro se mordió la lengua y sonrió esforzándose en ello. -Quiero comprar manzanas acarameladas.

−Vamos, probablemente solo estén esperando por nosotros. -se levantó de la banca postrándose frente a Kouki, le tendió una mano para ayudarle a levantar ya que suponía que su poca costumbre al usar geta le impediría andar bien.

−Eres demasiado amable. Ahora entiendo porque me ayudarás... y dices no ser casanova. -sonrió guardando su celular en el bolso.

Akashi sonrió sin decir nada y sujetó con fuerza la mano cálida y pequeña del castaño. Se sintió extraño. Ahora sabía quién era Furihata, se trataba de la misma persona que había cautivado sus sentidos, que había despertado su curiosidad y la misma que había cortado tajantemente y sin saberlo, todas las expectativas de Akashi sobre poder acercarse a Furihata, porque si, le gustaba esa manera de tratarlo con familiaridad, sin tenderse a sus pies y porque no buscaba algo de él.

War of heartsWhere stories live. Discover now