Your mouth is poison, your mouth is wine.

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El beso fue corto, apenas hubo contacto, apenas tuvieron la oportunidad de que sus pieles más sensibles se rosaran. Ambos abrieron los ojos al mismo tiempo. En primera instancia enfocaron los labios contrarios, luego sus ojos subieron hasta posarse en los contrarios. Sus cuerpos estaban cerca, se sentían uno al otro. Fue por eso que cuando los ojos de Akashi descendieron a los labios rosados de Kouki, se acercó nuevamente y abrazó el labio inferior con sus propios labios saboreando la calidez de su tacto.

En la cabeza de Kouki, todo pensamiento se borró al cerrar los ojos y sentir el par de labios fríos tocarlo. Su mente se vio desprovista de fertilidad, sus neuronas no lograban conectarse para formar pensamientos, sino para estimular sus terminaciones nerviosas. Los labios que probó sabían a cigarro y su aliento también, sin embargo, lo saboreaba y aspiraba como si fuese algo realmente delicioso.

Sintió la mano de Akashi deslizarse por su cintura, enviando múltiples sensaciones electrizantes por todo su cuerpo, tensándolo. Jadeó ante la nueva sensación, mas no se detuvieron. Su pecho subía y bajaba por su respiración acelerada. Instintivamente llevó una mano al cuello del pelirrojo, rodeándolo como Akashi asía su cintura con firmeza. La sensación de la lengua contraria deslizarse con hambre a sus labios, provocó la necesidad de abrazarla con ellos.

Los dedos de Seijuuro se afianzaron a su cintura pegándolo a su cuerpo. De su beso inocente no quedaron resquicios cuando invadió la boca del castaño con su lengua y fue bien recibida. Entre tanto, los dedos de Kouki se cerraron en torno al cabello rojo ante la creciente excitación que nacía en el interior de su abdomen. Sus piernas se tocaban y sus abdómenes se pegaban con sutileza alterando los universos que se formaban en ellos al tener múltiples mariposas revoloteando.

Tal vez fuese el efecto de la nicotina, tal vez era otra cosa, pero Kouki quería continuar degustando el sabor de la boca de Seijuuro. Se preguntaba si Midorima había sentido lo mismo o, si solo le pasaba a él por haber tomado y dejarse llevar por la adrenalina, el impulso de querer ser más íntimo con el pelirrojo. Y sin embargo, a pesar de su deseo, la falta de oxígeno les exigía el separase para poder volver a sus pulmones.

Sus labios, renuentes a soltarse, produjeron un suave chasquido, señal de que todo había terminado.

Lentamente, temiendo que de la nada el ambiente se enfriara, abrió los ojos encontrando el par color cereza que lo observaban con inquietante imperturbabilidad.

−Pe-perdón. Creo que me dejé llevar. -susurró bajando las manos que aun sostenían una parte de Seijuuro, y la cabeza, para ocultar el sonrojo que lo abordaba hasta el pecho.

−Lo mismo digo. -dijo al tiempo que soltaba la garganta de Kouki y escurría su mano de la cintura. -Es bastante tarde. ¿No quieres dormir?

−No, la verdad es que me siento más despierto ahora. -rio con suavidad.

−Se trata del efecto de besar a un casanova. -alardeó tomando asiento en una de las dos sillas blancas de metal forjado.

−Pensé que no lo eras. -rio Kouki sentándose frente a él. La sonrisa se mantuvo en su boca al seguir mirando las luces que poco a poco volvían a ser escasas y solo se veían las luces blancas de las farolas de las calles lejanas.

−No obstante, Kouki, debes saber que solo un beso no nos convierte en cercanos. Debes narrarme tu vida. Por ejemplo, ¿tienes hermanos? -curioseó recargándose en el respaldo y cruzó los brazos.

−Solo tengo un hermano, se llama Souta y es mayor que yo por cinco años. -comentó cruzándose también de brazos, solo que él lo hacía para resguardar el calor pues, aunque fuera verano, seguía teniendo frio por las noches. −¿Tú tienes alguno?

War of heartsWhere stories live. Discover now