I can tell his eyes don't lie.

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Desde la tarde le habían llevado numerosos mensajes a su teléfono, sin embargo, no había podido leerlos porque la cafetería estaba tan repleta de clientes que tuvo que cubrir también la parte de meseros que faltaban. Le hacía ilusión el pensar que eran mensajes de Seijuuro, el corazón también le palpitaba con fuerza, golpeando su pecho en cuanto lo pensaba. Quería leerlos, pero no fue hasta su descanso que pudo sacar el móvil de su pantalón.

Los cuatro mensajes eran de un número desconocido y solo uno de Seijuuro, donde le decía que preparara su equipaje y pidiera tiempo en el trabajo. El primero no daba ninguna pista sobre el remitente, solo le enviaba saludos. Pensó que pudieron haberse equivocado de número y lo ignoró, pero el segundo mensaje anulaba esa posibilidad.

>> Hey, Furihata Kouki, contesta. <<

Ante la incertidumbre, no esperó a leer los siguientes dos mensajes, llevándose una sorpresa en el tercero.

>> ¿Ya sabe Seijuuro que te gusta? <<

Furihata de inmediato supo de quien se trataba.

>> Yo le puedo decir si no contestas. El silencio otorga. <<

Sin perder más tiempo, tecleó tan rápido como sus dedos le permitían, pidiéndole a Nash que no le dijera nada a Seijuuro. El mensaje fue enviado con éxito cuarenta minutos después de recibir el ultimo por parte del rubio.

Le temblaban las piernas, impaciente porque llegara la respuesta. Lo sabía. Sabía que Nash debía tener alguna razón para no delatar que lo había golpeado. No fue difícil deducir que Kawahara le había dado su número a Nash. Kawahara era amable y procuraba a sus amigos, así que darle el número de Furihata a Nash, que le había dicho que al cambiar de teléfono se perdieron sus contactos, no fue nada más que un acto de amabilidad pura.

Sus pies golpeaban arrítmicamente el suelo mientras esperaba. El apetito huyó y el sándwich de pollo con pan tostado, quedó intacto al igual que el agua mineral que tenía frente a él. Mantuvo el teléfono en su mano, a la espera de que este brillara, alertando la entrada de un nuevo mensaje. Parecía que hubiesen transcurrido varios minutos, pero apenas eran dos. Liberando un suspiro, concluyó que mirando el teléfono no iba apresurar las cosas, así que lo dejó en la mesa y procedió a morder el sándwich.

—Está pesado el día, ¿eh? —habló Hori, una de sus compañeras, sentándose frente a él.

—Si. —asintió dejando de lado el asunto del mensaje. — Esto solo sucede en las mañanas y noches. No sé porque se tornó así esta tarde. —comentó Kouki contemplando el menú de su compañera. Parecía que le gustaba la carne.

—Oye, Furi kun, ¿tienes novia?

—Nope. —negó dándole otro mordisco a su sándwich. —¿tú sí?

—Hmm... Sí, pero siento que ya no es lo mismo. ¿Puedo contártelo? —preguntó con pena. Sus ojos oscuros parecían ansiosos de desahogarse.

—Claro. —asintió Furihata con gusto. Sabía que no podría hacer mucho más allá de escucharla y darle un consejo, el que más considere apropiado. Justo como lo hacía para Hiroshi. No era por alardear, pero sus consejos habían hecho que sus relaciones duraran más de unas semanas.

—Tengo dos años de salir con él. Aunque no éramos los más cariñosos, nos dábamos nuestro lugar. Con lo de la universidad nos separamos, porque yo vine a Tokio y él vive en Nagano. Las cosas iban bien hasta hace dos meses. En ese momento solo parecía que yo iba a Nagano solo para tener sexo, pero ahora no tiene tiempo de verme, no tengo como comunicarme con él porque no tiene celular y tampoco usa algo en internet. Solo puedo marcarle a su casa o visitarlo cuando voy a Nagano con mis papás, pero nunca está y su mamá no es la persona más amable del mundo... estoy de acuerdo en que puede que no tenga mucho tiempo y que esté trabajando, pero, ¿no puede ni hacer una llamada? —en ese instante la voz de Hori se quebró y espesas gotas cristalinas brotaban de sus ojos. —Es horrible, Furi. ¿Por qué si ya no quiere estar conmigo, no me lo dice? Puede que me duela, pero puedo enfrentarlo...

War of heartsWhere stories live. Discover now