Moonlight punch romance.

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Todo el mundo desapareció. El ruido estridente tanto de los tambores como de los fuegos artificiales era inaudible para él. La voz de Kouki hacía eco en su cabeza. No lo quería de forma amistosa, sino de la manera romántica. Lo quería como Akashi lo quería. ¿Acaso era eso posible? Hace no mucho intentaba hacerse a la idea de que Furihata tenía la atención fija en Hiroshi. Incluso veía lejana la posibilidad de confesarse nuevamente y tener una oportunidad.

—¿Es en serio? —preguntó instintivamente. Solamente Kouki lograba eliminar de su mente toda racionalidad y premeditación.

El suelo parecía interesante, pero levantó la mirada hacia Seijuuro y todo se vino abajo. Los ojos de bonito color cereza se le clavaban con sorpresa en los castaños. La determinación ya no se encontraba en él.

—¿Co-como podría bromear con algo así? —inquirió avergonzado. Los tambores continuaban siendo golpeados y los fuegos artificiales ahora no eran tantos, pero el alboroto de la gente seguía presente. La adrenalina que había corrido como fuego por sus venas se desvaneció dejándole esa sensación de incomodidad y vergüenza. —Pe-perdona. —desvió la mirada para darse cuenta de que el segundo kanji estaba por ser encendido. —O-olvida lo que dije. ¡Lo siento! —se disculpó levantándose de su lugar para hacer una reverencia en la que podía ocultar su acalorado rostro. Lentamente se incorporó, pero no levantó la cabeza, manteniéndola hundida entre sus hombros. Parecía creer que con eso Seijuuro pudiese fingir que no había pasado nada.

Qué vergüenza. ¿Cómo pudo soltar esas cosas tan de repente? ¿Qué haría si Seijuuro se burlaba de él, o si le dejaba de hablar? ¿Qué podría hacer ahora que las inseguridades habían regresado y se sentía de gelatina?

Los pasos apresurados de Seijuuro fueron suaves contra el asfalto y Furihata creyó que lo pasaría de largo, ignorando todas las palabras recién dichas, sin embargo, Akashi se detuvo frente al castaño.

—¿Esto es real? —preguntó en un susurro apenas audible. Kouki levantó la cabeza para hacerle frente; explicarle que lamentaba no ser alguien de su mismo estatus, alguien que pudiera solo ser un amigo. Sin embargo, Seijuuro lo rodeó en un abrazo, aprisionando los delgados brazos de Furihata. Ubicó una de sus manos en la nuca castaña y otra en su espalda, afianzando su cuerpo. — No te disculpes. No lo hagas. —el temblor que acompañaba su aterciopelada voz no pasó desapercibido por Furihata, quien sin entender del todo lo que estaba pasando, se aferró a la espada de Akashi, hundiendo su rostro en el hombro del pelirrojo. —Parece tan irreal... —bufó con gracia. En su cabeza había desorden, pensamientos carentes de sentido. La abrumadora confesión le calentaba el pecho. El corazón le latía con fervor al saberse correspondido. Saber que la persona que tanto le cautivaba sentía lo mismo que él había sido una enorme y grata sorpresa que no marchitaría fácilmente. — También me gustas, Kouki. —sonrió Akashi alejándose del cuerpo de Furihata. Sus ojos localizaron de inmediato los contrarios. Encontró desconcierto en el par de ojos castaños e imaginó que lo mejor que podía hacer ahora, contrario a lo que pensó en un principio, era demostrarle cuanto valía para él.

La emoción afloraba en su epidermis en forma de piloerección. No obstante, se contuvo de reaccionar con tanta intensidad. La mano que mantenía en la nuca de Kouki sintiendo debajo de su palma los diminutos cabellos finos, se deslizó hacia su mejilla, acariciándola con el envés de dos de sus dedos. La calidez de su piel confortó la gelidez de la propia.

—¿En serio te gusto? —preguntó Kouki frunciendo el ceño. Era claro que no le quedaba del todo claro. Akashi sonrió acunando con ambas manos el rostro del chico incrédulo frente a él.

War of heartsWhere stories live. Discover now