Could I feel your skin in my...

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En la semana, Akashi estuvo realmente ocupado asistiendo a cada una de sus juntas y atendiendo citas aplazadas que no quería ver, sin embargo, cada mensaje enviado por Kouki le alegraba el día y trataba de contestar, aunque tardíamente. Saber que Furihata ansiaba verlo, levantaba sus ánimos e impulsaba cada minuto de su ajetreada vida como joven empresario heredero.




La exposición era bastante grande y no solo abarcaba animales de Japón, sino de todo el globo. Seijuuro jamás se imaginó que serían tantos los animales que mordían o picaban. Los había desde dragones de Komodo hasta diminutos insectos casi imperceptibles. Algunos estaban expuestos en imágenes con la descripción de su veneno y el para que lo usaban tanto los animales, como las aplicaciones médicas en zonas locales.

A su llegada, Akashi fue recibido en la entrada por Kouki, quien vestía una bata blanca. Estaba comiendo un rollo de canela y el azúcar glas se le había adherido a los labios. Lucia exquisito. Quería morder la boca de Furihata ahora que eran tan dulces como un rollo de canela. Quiso limpiarlo pasando su lengua, sin embargo, lo único que atino a hacer fue sonreír y decirle que tenía los labios sucios.

Le fascinó admirar el sonrojo de Furihata invadir su rostro mientras se restregaba una servilleta de papel.

El decorado que ofrecía la escuela para la exhibición de los animales, era temática y hermosamente decorada con papel ondulado que simulaba algas pardas, donde estaban los animales acuáticos, donde estaban ahora.

−Las medusas son increíbles. Es el animal que más me sorprendió cuando lo estudie. –comentó Kouki con las manos en el interior de su bata. –Pertenecen al phylum cnidaria. Se les llama así por tener cnidos. Supongo que eso es obvio. –rio para sí. −Su sistema digestivo es incompleto, ya que ingieren el alimento por la misma cavidad por la que la desechan... –Kouki se detuvo en medio de su discurso dándose cuenta de que nuevamente hablaba de más. –Pe-perdón. Eso lo puedes leer ahí... −avergonzado por su emoción, agachó la cabeza continuando hacia un animal diferente.

−En las tarjetas no dice que es un animal que te sorprendió tanto. –contradijo Seijuuro tomando la muñeca de Kouki para impedir que avanzara más. –No me molesta escucharte. –aseguró inclinándose un poco para alcanzar los ojos del castaño.

−Es increíble. –admitió Kouki alzando la mirada. Seijuuro vio su mundo colorearse con acuarelas al clavarse los ojos marrones en los suyos. No era su intención quedarse sin habla, sucedía que esa persona frente a él, lo dejaba sin palabras. –El cómo logras hacer sentir bien a las personas. –sonrió apenas, intentando deshacerse de su vergüenza.

−No te confundas. –pidió soltando la mano contraria. –Solo con quien me importa.

Los ojos de Furihata mostraban sorpresa por sus palabras, no obstante, una sonrisa nacía con suavidad mostrando sus dientes.

−Pues gracias.

Furihata no lo admitiría, pero en ese instante sintió algo tremendamente extraño inundar su pecho de manera graciosa y para nada desagradable. Era más, se sintió congratulado de ser quien tuviera la compañía del pelirrojo.

−Sigamos con el recorrido. –instó Kouki metiendo nuevamente las manos a los bolsillos de su bata.




Cuando en el reloj del edificio marcó las ocho de la noche, Akashi y Furihata ya se encontraban en una cafetería, con frappé en vasos de plástico. La conversación fluía respecto a los animales que les habían sorprendido. Kouki se expresaba con naturalidad y emoción cuando concordaban en el tema y Seijuuro se maravillaba con los gestos que hacía su acompañante.

War of heartsWhere stories live. Discover now