*Capítulo 01: Mía.*

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Sky POV's

Otro día en mi aburrida pero acalorada vida.

Hoy es el último día de la universidad para que se abra paso a las vacaciones, por fin.

Dejo mi apartamento medio organizado porque no tengo tiempo, cojo mi mochila y salgo. Llevo cinco minutos de retraso, pero de aquí a que llegue a la universidad serán treinta.

Al bajar las escaleras saludo al amigable viejito que es el conserje, Don Maximiliano.

–¡Hasta luego, Max! –Le dije moviendo mi mano en señal de despedida.

–¡Qué te vaya bien, Sky! –Me devuelve la despedida.

Al pasar la puerta del edificio siento como un escalofrió me recorre el cuerpo pero no le doy importancia. Camino hasta llegar a la estación de tren y me subo al que me llevara a la universidad. Con dificultad me agarro de una manija porque este va lleno hasta más no poder. Después de veinte minutos estoy a una cuadra de ella. Miro la universidad fijamente y sonrío, sólo falta un día, tengo que tener calma.

Al dar el paso siento como algo se mueve sobre mi hombro, donde no llevo la mochila. Llevo mi mano a ella y siento que algo camina, y al acercarme la mano a la cara me doy cuenta que es un grillo. Verde para ser más exacta.

–Hola amiguito. Si no te importa te dejare aquí, tengo universidad. Ya sabes, libros, cuadernos y demás. –Al agacharme para dejarlo en el suelo, él salta a mi antebrazo–. Es en serio, tengo que dejarte.

–Creo que eso no podrá ser. –El grillo habla.

Salta y caigo de nalgas sobre el asfalto. Grito y luego me callo. El grillo mueve sus antenas y me mira fijamente.

–¿¡Ha-hablaste!? –pregunto temblorosa–. ¡Un puto grillo que habla! –exclamo tratando de pararme.

–Sí, pero deja las groserías. Además, tenemos cosas más importantes que hacer en vez de cuestionar si hablo, pienso o me visto. –Él se para en sus dos patas traseras y hace una reverencia. No sé en qué momento se puso un diminuto traje como en Pinocho–. Pepito grillo, a tu servicio Sky.

–¿¡Pepito grillo!?, ¿Cómo en Pinocho? –Él se levanta y salta a mi pierna.

–Ese era mi tío. –Mi boca forma una grande O–. Bueno, vamos a la universidad. Necesitas conocer a tu Mate.

–Okey, entonces... espera, ¿Dijiste Mate? –Él salta hasta mi hombro y yo me paro.

–Sí, Mate. Tu alma gemela, tu amor, la razón de tu existencia, etcétera, etcétera. –Él asiente.

–¿Por qué tendría que conocerlo? Además, eso es de libros, ellos no existen... o ¿Sí? –Él suspira.

–Sí existen y esto pasa por tu deseo. –Miro el asfalto y recuerdo porqué sé qué es un mate. 

Cuando tenía doce años me volví fanática de los libros. Para ser más exacta, del genero de hombres lobo. Y ahí, todo cobra sentido.

Lo miro con una combinación de odio y sorpresa ante lo que me ha dicho. En ese momento  viene a mí el deseo que pedí hace unos años.

–¿Simplemente no pudiste avisarme o pedirme permiso? –Él quita su diminuto sombrero y rasca su cabeza.

–Pero si eso querías con todo tu ser. –Alza sus manos.

–Sí, pero cuando tenía doce años, hace siete años específicamente. –Sobo mis sienes.

–Ya no hay vuelta atrás. Tienes que completar esto y así todo volverá a la normalidad, Sky. –Se sienta y me mira.

Otra historia de hombres lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora