*Capítulo 07: Mía, otra vez.*

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Sky POV's 

El libro era verde brillante y de tapa dura. Él lo puso sobre mis manos y lo primero que me llamó la atención fue como resaltaban las letras. Tenía el mismo título que Pepito Grillo me había dicho.

—Cariño. —Will me habla y levanto la mirada. Ya me acostumbre a los sobrenombres—. Voy a salir un momento con Jason, mi beta.

El mejor amigo del Alpha siempre es el mate de mi mejor amiga, esta historia no me puede sorprender más.

—No te preocupes, voy a leer. —Es verdad, sólo quiero saber que dice este libro y ya, así que nadie me va a despegar de aquí.

—Tu amiga va a venir y mi nana está aquí, si necesitas cualquier cosa sólo lo dices. —Asiento repetidas veces.

Will se acerca y me trata de dar un beso, pero volteo la cabeza así logrando que me lo dé en la mejilla. Siento como sonríe por lo que hago, después pone sus manos en mi vientre y se agacha, susurra algunas palabras y besa mi vientre, el vientre le responde moviéndose.

Él sale de la biblioteca y me deja sola. Miro el libro sobre el escritorio y puedo sentir la tensión, lo cojo entre mis manos, voy al sillón y lo miro por última vez. Lo abro; la primera hoja es blanca, paso a la segunda y está el título.

—¡Hola Sky! —La voz de Alix me hace saltar en mi asiento.

El libro se cae y queda debajo del escritorio. Llevo una mano en mi pecho y la miro mal.

—¿Cómo entraste?¿Quién te dejó pasar? —Cruzo mis brazos.

—La nana del Alpha William me dejó entrar. —Alza sus hombros—. Tengo que decirte algo. —Muerde sus labios.

Creo saber que es, y estoy tan segura que apostaré algo. Si no es lo que estoy pensando, le hago un baile erótico a Will en lencería negra transparente; y lo que creo que me va a decir es que está embarazada.

—Vamos Alix, dímelo. —Le señalo el sillón.

—Es que creo... Creo que... Soy mujer lobo. —Mi boca se abre. He perdido una apuesta donde sólo participada yo.

—¿Qué? ¿Sólo eso? —Le pregunto mirándola más de cerca.

—Sí, me he soñado mucho en que me convierte en loba. —Ella me mira esperando mi opinión.

Bueno, después de todo sólo yo sé sobre la apuesta, así que no es necesario cumplirlo.

—Creo que son ideas tuyas. —Suspiro—. ¿Me podrías dejar sola?, Es que necesito leer algo. —Le dijo tratando de agacharme.

—Espera. —Ella se agacha y toma el libro—. Yo conozco este libro. —Lo sigue mirando y lo abre—. Ah claro, "Eres mía de mi propiedad, Mía de nadie más y sólo Mía, porque yo soy El Alpha y de nadie más", yo lo leí cuando tenía 15 años.

—¿En serio? ¿Me contarías el final? —pregunto entusiasmada.

—Claro, pero me parece raro que no lo conozcas. Todos lo conocen. —Blanqueo los ojos.

—Ya sé, pero yo no me acuerdo y necesito hacerlo. —Le cojo una mano.

Unos aullidos se escuchan a lo lejos. Alix se para y mira la ventana que apareció mágicamente en la biblioteca. Su ceño se frunce, se escuchan más aullidos y uno que otro grito.

¿Por qué cuando hay que anunciar algo importante siempre pasa algo? Estoy segura que esto es por Pepito Grillo.

La puerta se abre y entra un hombre alto, musculoso y rubio.

—Luna, necesito que me acompañe. —Él me habla un poco desesperada.

—¿Qué está pasando? —Le pregunto cuando inconscientemente tocó mi vientre.

—Los Rogues vienen. Necesitamos proteger a las mujeres y niños, y usted Luna junto con el futuro Alpha. —Se acerca, y Alix llega a mi lado.

—Vamonos. —Él abre más la puerta.

Las dos caminamos y doy gracias que ahora no me voy a hacer la valiente o Pepito Grillo no me a hacer serlo. Doblamos el pasillo y bajamos las escaleras. Al llegar al final, la puerta se explota y un humo verde neón aparece, después entra la zorra que eché semanas atrás.

—Hola, perra. —Me sonríe perversamente.

—Ay, no. Qué no sea lo que estoy pensando.

(...)

Encerrada en un calabozo como una rata, así estoy.

Siempre vi las películas donde los protagonistas estaban en algo como esto y me parecía normal, pero estando aquí, esto es asqueroso y huele asqueroso. Alix está a mi lado pero no sé porque no ha despertado y yo sí.

Después de quebrarle literalmente el cuello al hombre que nos protegía, hizo algo y nos desmayamos. Eso fue muy típico y fue aún más típico cuando me iba a contar la historia y nos interrumpieron.

Unos pasos se hacen presente y desvío mi mirada. La perra-zorra aparece con un hombre muy guapo a su lado.

—¡Levántate! —Me levanto despacio ya que el vientre pesa demasiado—. Si fuera por mi, ya te hubiera matado pero como los Rogues te quieren intacta, no te puedo hacer nada. —dice con rabia, la muy perra no me puede tocar ni un pelo—. Él te llevará a una habitación, así que muévete. 

Camino hasta la puerta de la celda y espero que el hombre abra la puerta. Cuando él llegó le vi los ojos negros, aunque científicamente los ojos negros no existen pero era así, y ahora están dorados casi amarillos. No entendí.

Salgo de la celda viendo como Alix queda ahí tirada y dormida. Camino sintiendo la presencia de ellos dos detrás de mi. Al salir veo que es una casa y muy bien amueblada; al pasar por una ventana veo que estamos en el bosque. El hombre se pasa por delante de mí y sube las escaleras hasta guiarme a una habitación. Él abrió la puerta y me dejo entrar primero. Al dar dos pasos dentro de la habitación siento como me cogen y me llevan hasta la pared.

El hombre me miro con sus ojos grandes y amarillos, parece un loco psicópata. Sus manos suben a mi cuello y pierdo el habla, me va a matar; cierro los ojos pero lo único que siento es como su nariz está en mi cuello respirando. Oh, no.

—Hueles jodidamente bien. —Lo único que hago es tragar grueso. Esto ya lo viví.

Él sigue oliendo; —Mía. —susurra más para él que para mí.

Estoy jodida.

La puerta suena haciendo que él quite su cara de mi cuello, sus ojos vuelven a ser negros otra vez.

—¿Quién es? —pregunta con una voz más gruesa.

—Disculpe Beta, el Alpha lo esta buscando. —La voz que responde suena un poco temerosa.

—Ya bajo. —responde igual.

Su mirada vuelve a la mía; y cambia de nuevo, su rostro se suaviza y sus ojos amarillos.

—Mi compañera. —me toca la mejilla—. Te encontré.

—Estás equivocado, yo ya tengo compañero. —Miro mi vientre; él gruñe viendo mi vientre.

—No importa, tú me darás más cachorros a mí. —Me habla con determinación—. Nadie te puede lastimar de ahora en adelante.

Un suspiro abandona mi cuerpo al saber eso, pero la preocupación vuelve al instante. Estoy en la boca del lobo o más bien, en la boca de éste lobo.



Otra historia de hombres lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora