Dormir esa noche fue dificil sin duda alguna para Leonard; pensó en Sheylle, sentía que para ella era como si le temiera al resto de personas que viven en el hotel.
El amanecer se hizo presente entre las pesadas cavilaciones del detective; esperó a que fueran las 6:30 am exactas para poder salir de la habitación con toda confianza, no quería ser una mas de las desapariciones, en todo caso fuera cierto que esa cosa operaba de noche. Bajó al comedor para ver si había alguien con alguna cosa de comer, Leonard moría de hambre, sus instestinos estaban en manifestación.Al bajar se topó con tres mujeres de tal vez unos cincuenta años, estaban en la cocina; las tres con una redesilla en la cabeza, una bata blanca, y unos trapos en el bolsillo de la bata, le miraron fijamente como un perro a un extraño; pero sin que Leonard les pidiese nada le drslizaron un plato con un rico desayuno:
Dos huevos estrellados, unas tiras de tocino, algo de papas fritas, una buena taza de café con leche, y un rico pan dulce. El desayuno que no tardo ni diez minutos en el plato de Leonard antes de desaparecer.Leonard se sintió tentado en interrogar a las cocineras; pero temía que tan solo sospecharían de él ( en caso que Sheylle tenga razón y sean realmente peligrosas las personas que viven en este pueblo).
Salió del edificio con dirección a vagar por las calles en busca de algún indicio o alguna razón de lo que sucedía con respecto a las desapariciones. Tan solo pasó por la avenida 32, 50, 33, 21 y 22. Esas fueron las avenidas que serían clave en su investigación. Le llamó la atención una casa muy grande, tal vez fue una casa donde habitó gente muy rica, era de color amarillo pero estab en mal estado tras los meses de abandono, las puertas estaban abiertas. Se adentró en el inmueble esperando encontrar algún indicio de quienes habitaron la casa. Los pasillos eran realmente altos y muy grandes, con balcones del tamaño de las paredes. Algunos vidrios rotos, y las cortinas podridas era lo que destacó a su vista.
Leonard se desesperaba por tener que caminar en la interminable alfombra vino tinto que estaba por tod la casa. Registró cada habitación, no había nada que lo ayudara tan solo ropa, muebles, y pertenencias personales. No había ni una sola foto en las habitaciones. Esto no era tampoco algo lógico, muchos desamoarados, y alguno que otro prófugo de la justicia se había ido por esos lares, pero nadie había tomado nada de la casa incluso las joyas.La ropa era femenina, talla Small, como de adolescente; cuando Leonard la analizó trató de pensar en la que fue su dueña, quizás una jovencita pequeña y delgada. Las joyas eran de oro, y collares de perlas, eran auténticos.
Leonard Salió de la habitación y vio unas huellas de lodo marcadas en la alfombra que hace unos minutos no estaban. Las huellas conducían al segundo nivel, subiendo por unas escaleras con pasamanos de marfil. El lodo ya estaba seco en la alfombra; quizás el vistante había llegado casi al unísono.
En medida de precaución Leonard sacó su revolver y preparó su navaja en un tobillo. El rastro llegó hasta un pequeño mini -bar.Leonard se asomó a la barra, y casi le da un infarto al ver a la periodista agachada buscando algo.
-¡Demonios! ¡Casi te disparo Donna! -gritó Leonard bajando su arma.
-¡Casi me matas de un susto Leonard! Eres un imbécil.
-¿¡Que demonios haces aquí!?
-Vine a investigar. Deja de verme así, es mi trabajo, además...
¿No crees que si juntamos esfuerzos el trabajo será mas fácil?-No tengo interés de colaborar con tu noticiero.
-La verdad no espero que lo hagas, simplemente dicen por allí: "Dos son mejor que uno"
-Puede que resulte tu idea. Solo dime ¿Que buscabas allá abajo?
-Nada, en realidad aquí hay un viejo álbum de fotos y unas botellas de vino.
-Dame el álbum.
-Esperame ni siquiera yo lo he visto.
-Pierde cuidado, tan solo busco algún rostro conocido en esta casa.
Leonard se puso a ojear con mucho detalle cada una de las páginas, una tras otra. Solo fotos de un señor de avanzada edad, parecía una imitación de Albert Einstein; a su lado una mujer muy joven y un niño acompañándolo.
Las fotos estaban fechadas hace un año, siguió revisando hasta que encontró una foto que le dejó frío. Era Sheylle abarazando al anciano y a un joven a su lado. Por la fisonomía Leonard concluyó que era el mismo niño solo que ya había crecido.
Pero... ¿Entonces esta ers la casa de Sheylle? Realmente era como ella decía, que tenia un hermano. ¿Porque ella no iba a vivir allí a su casa? ¿Porqué no tomó las fotos y demostró que no mentía respecto a su hermano? ¿Porqué todos la tratan de paranoica cuando ella dice la verdad?
Aunque ella mencionó que vino a buscar a su hermano, eso quiere decir que ella vivió fuera de North Island. La periodista lo vio y quedó con las mismas dudas en su cabeza.
-Si esta era la casa de mi padre- dijo Sheylle apareciendo como un fantasma en el anden de la puerta.
-¡Maldita sea Sheylle! ¿¡Como diablos estas aquí!? -Gritó Donna casi gimiendo
- Simple, recuerdo el camino a mi casa, aunque a veces lo olvido. Veo que aún están mis cosas.
-Dime de una sola vez tu historia Sheylle.-La confrontó Leonard
-Detective Lorentz. No recuerdo nada, tan sólo sé cosas por instinto. Yo sufro de una terrible enfermedad mental, soy consciente de ello porque lo escribí en mi diario, junto a los escasos recuerdos que conservo.
-¿Que enfermedad tienes?
-Ni los médicos la conocen, solo dicen que un momento estaré consiente de mi existencia y quizas un par de horas, días, semanas, o inclusos meses, no. Es como disociar. Pero yo lo miro como viajar en el tiempo. Con un severo tratamiento me pude regular, pero la narcolepsia apareció, temo un día dormir y no despertar sin volver a ver a mi hermano. No recuerdo mucho del pasado, pero desde unas semanas antes de venir aquí, volví a estar comsicente. El tocar o ver algunas cosas me hacen recordar. No quiero responder más preguntas Detective Lotentz. Yo no soy una criminal, yo soy la víctima.
El sol entró por las ventanas anunciando el medio día; Sheylle tomó algo de ropa, Donna se robó un par de botellas del mini bar, Leonard se quedó en silencio mirando hacía la bahía, desde aquella casa se veía el gran puente que conectaba con Sea Vay; pero a lo lejos, había algo que llamó su atención, justo en la posición contraria al puente, parecía una pequeña isla donde había un viejo faro
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La casa de los espejos.
Mystery / Thriller¿Tienes miedo a desaparecer? Imagina por un segundo que ese miedo se hace realidad en un pueblo llamado North Island. Leonard Lorentz es un detective que tiene la misión de averiguar la razón de las numerosas e inexplicables desapariciones. Si te g...