Introducción:

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La avenida 53 era otra más de las avenidas tapizadas con letreros de "Se busca" "Desaparecidx" "¿Alguien le ha visto?". Era una serie de letreros recurrentes con imágenes de personas desaparecidas de toda raza, sexo y edad. Los rostros eran abundantes como si la desgracia estuviera aperturando un abundante catálogo.

Las calles de aquel extraño pueblo daban la impresión de haber entrado a: "Silent Hill" o la ciudad de "Resident Evil". Las calles totalmente desoladas, apenas algunos periódicos empujados por el viento, el oscuro atardecer naranja combinado con el escenario descrito inspiraban escalofríos y una sensación de sosobra.

La mayoría de casas estaban abandonadas, y grafitiadas por pandillas de áreas cercanas. Una vieja caravana del 89 se hacia presente a las entradas de este escalofriante terreno fantasma, habitado por una escasa población de una isla unida a la costa de Sea Vay.

La caravana contaba con una pestaña superior abierta, en su interior sonaba un viejo televisor mal sintonizado. El vehículo fingía de lo mas improvisado de una tienda de abarrotes de primera necesidad; Botes de frijoles, algunas sopas enlatadas, rollos de papel. Daba la impresión de haber sido un pueblo no muy comercial ultimamente. Parecía que la pequeña tienda era la que le surtía los productos a la escasa población de 57 avenidas cuadradas.

Solía ser un pueblo bastante grande que ahora solo estaba habitado por pandilleros que lo usaban como un escondite; y por personas que sobrevivieron a la enorme ola de desaparecidos que estaba envuelta en un gran misterio.

Un largo puente parecido a una carretera era lo que comunicaba al pueblo con el resto de la civilización, la costa de Sea Vay y la desenbocadura de Iwabundi.

Se cree que la tormenta sucedida hace un mes fue la culpable que el puente sucumbiera ante las aguas que lo rodean. Algunos indicios apuntan que sus estructuras ya estaban débiles como para la magnitud de esa tormenta. Donde tras la misma, casi toda la población desapareció.

El departamento de policía de Sea vay logró tomar aquella isla bajo su juridicción; por ende enviaron a un detective cuyo trabajo tan solo se resumía en buscar a la ola de desaparecidos y hallar las razones de tal acontecimiento.

Ser un detective mandado desdes la ciudad de Homes no era fácil. Los casos que mas temía aquel detective eran de los famosos narcotraficantes organizados, en su experiencia había escuchado de casos inexplicables; pero ninguno como este.
Más de 700 personas desaparecidas en el lapso de dos meses. Esto era absurdo. No había ni siquiera un indicio de cómo, ni que lo había hecho. Mucho menos del paradero de los desaparecidos, que el detective en su experiencia creía estaban muertos.

El detective se asomó a la tienda de la caravana para comenzar a recolectar información. Al instante de asomar la cara salió un anciana de pelo corto y rizado, blanco como el algodón y con una sonrisa enorme y amarillenta.

-Buenas tardes.- Saludó el detective con un tono sonoro y enérgico.

-Buenas tardes. Dígame ¿En que le puedo ayudar joven? ¿Busca algún lugar donde pasar la noche? ¿O desea algo de la tienda? Usted no es de por aquí.

- ¿Como supo que no soy de aquí?

-Conozco muy bien a los que sobrevivieron. Quedamos muy pocos por aquí. No conocemos bien la cara- Sonreía de manera feliz y relajada. Su situación me parecía totalmente un oximorón metafórico

-¿Sobrevivir a qué?- pregunto, buscando pellizcar un poco de informació, había sido mas fácil de lo que pensaba el sacsr información de manera desprevenida e ingenua que autoriataria y directamente. Como suelen decir "Dios y el diablo viven en los detalles"

-Sobrevivientes a las desapariciones.- Cambió su tono la anciana y dejó de exhibir su amarillenta sonrisa.

-¿Desapariciones?-El detective seguía jugando a ser ingenuo- Cuenteme más de ello.

La casa de los espejos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora