La Leyenda de las hadas

71 9 0
                                    

Caminaron por horas sin encontrar un solo rastro, algún indicio. Inu Yasha cada vez estaba más desesperado, mientras Naruto lo observaba en silencio, mirando su semblante serio y preocupado. Le pareció más atractivo que nunca y se sonrojó

—Es imposible que me esté gustando tanto —pensó preocupado— Ni siquiera con Sasuke me pasó así, primero nos odiábamos

Naruto recordó el inicio de su relación con Sasuke y una sonrisa escapó de su rostro, a su lado fue muy feliz, hasta que el muy tonto decidió marcharse de la aldea y abandonarlo, rompiéndole el corazón, porque no supo de él nada, ni un rastro. Irónico es que ahora ni siquiera le importaba, después de haberlo amado tanto

Inu Yasha miró de reojo a Naruto que caminaba de prisa a su lado, ambos eran muy veloces. El pequeño se veía tan concentrado que su rostro le pareció de pronto atractivo, así que apartó la mirada rápidamente

—¿Qué te sucede? ¿Acaso no te das cuenta que es un hombre? Un mocoso nada más —meditó en sus pensamientos, enojado por comenzarse a sentir atraído por un simple mocoso, y más que eso, un completo extraño

Cuando llegaron de nuevo con la anciana Kaede y le contaron todo lo sucedido después de su primera visita, la mujer meditó en todo lo que había escuchado. Miró a todos de uno en uno hasta que descansó su mirada en el monje

—No cabe duda, son las hadas del tiempo —dijo con gravedad— Siempre pensé que eran una Leyenda, pero no puede ser otra cosa —reafirmó

—Anciana, ¿Qué podemos hacer? ¿Qué más dice la Leyenda? —preguntó Sango muy preocupada por su amiga, pero la anciana aún miraba con gravedad al monje, la cazadora se percató de eso y los miró a ambos— ¿Qué sucede?

—Si el verdadero motivo por el que Kagome ha viajado a nuestra era no es la perla o el pozo, significa que fue una Hada —analizó Miroku y la anciana confirmó asintiendo con la cabeza— Y si Naruto está aquí debido a ella eso solo puede significar una cosa —pausó en su relato el monje y bajó la cabeza con pesimismo

—¿Qué es? Dígamelo por favor —suplicó Sango

—Que los está probando, la Hada que los ha movido en el tiempo y espacio quiere un sucesor, pero una vez que lo elija, el otro morirá —contestó el monje, afectado por aquella realidad

—No puede ser —exclamó asustada Sango— ¿Cómo elegirá?

—Lo más probable es que se fije en quién es el más apto para viajar entre mundos —respondió la anciana, también preocupada por la chica

—Pero no entiendo algo —interrumpió Sango— ¿Podemos existir en otros mundos? Si es así, podemos salvar a nuestra Kagome ¿no?

—En teoría sí —respondió la anciana— Existen cientos de mundos paralelos, aunque no existamos en todos los mundos, si podemos existir en varios, pero esa Hada los ha elegido a ellos por algo

—¿Hay alguna forma de averiguarlo? —preguntó el monje

—No que yo la sepa —respondió pesimista

Hubo un instante de silencio, estaban todos muy afectados por aquello, preocupados sobre todo por Kagome, aunque no deseaban mal a Naruto. En el rincón de la habitación, Shippo comenzó a despertar, abrió sus ojos y los talló, sentándose en el suelo

—¿Dónde está Kagome? —preguntó confundido, luego que despertó mejor recordó todo y se acercó de prisa a Sango— ¿Y Kagome? —cuestionó con las lágrimas a punto de salir. Sango negó con su cabeza y Shippo entendió todo

—Haremos lo posible por recuperarla Shippo —prometió el monje. El pequeño zorrito se limpió las lágrimas y asintió.

Salieron de casa de la anciana; juntos y decididos, usarían hasta el último recurso para salvar a su amiga de la desgracia.

El verdadero primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora