Capítulo 7 - La desaparición de Amelia

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Ya había amanecido, a pesar de que me resultó complicado descansar un poco, al final el cansancio hizo que me rindiera ante el sueño. Desperté antes de que mi despertador emitiera un sonido y me dirigí al baño para poder refrescar mejor mi mente. Pareciera que todo lo que sucedió ayer no fuera más que un sueño, me preguntaba cómo se encontrarían mis amigos en este momento, ¿cómo se encontraría Amelia?, debió de haber sido una verdadera pesadilla para ella. Retiré la gasa de mi cuello para cambiarla y ver si había cerrado la herida, pero me sorprendí al observar que no quedaba ni una cicatriz, a pesar de que no haya sido un corte profundo al menos debería de haber quedado la marca, pero no le di mucha importancia porque debía de apresurarme aún para ir al instituto.

Subí las escaleras directo al salón donde tendríamos nuestra primera clase, de francés, esperaba ver a Amelia y Lidia esperando a que llegara alguien más, pero sólo encontré a Lidia sentada dirigiendo sus pensamientos a la ventana más próxima y a la puerta.

—¡Hola Rosa! —Parecía que Lidia hablaba con aire cansino en lugar de su habitual tono entusiasta.

—¡Hola Lidia!, ¿qué sucede?

—No ha llegado Amelia, estoy un poco preocupada.

—Yo también, debe de estar muy afectada.

—Rosa, tú debes de encontrarte peor, tú viviste la escena por ti misma.

—Sí, pero gracias a Dios no pasó algo terrible, al menos no pudieron hacerle nada a Amelia.

—Bien, yo aún no sé cómo ocurrieron las cosas exactamente.

—De acuerdo, te contaré, no te sientas culpable, yo me encuentro perfectamente bien —mencioné tratando de tranquilizar a Lidia.

—Después de que corrí con Amelia, ellos nos encontraron e hice todo lo posible por proteger a Amelia, el primer secuestrador intentó llevarse a Amelia pero hice todo lo posible para impedírselo y al final lo dejé inconsciente, después otro sujeto me atacó y al final pude defenderme y dejarlo también inconsciente.

—Ay, Rosa, eso significa que tú sola tuviste que enfrentarte... —Lidia casi estaba al borde de las lágrimas.

—Bueno, en realidad no, los otros atacantes intentaban hacerle daño a Nathan, y uno se dirigió a nosotras apuntándonos con un arma.

—¿Cómo sobrevivieron? —Lidia ahogo un grito con sus manos.

—Bien, Nathan nos salvó. —Apenas asimilaba lo que había terminado de decir, Nathan nos había salvado y en ese momento sentí una gran oleada de gratitud.

—¿Nathan?, oh por Dios, él también debe deencontrase terrible. —Había sopesado la respuesta de Lidia, tenía razón, no sabíacómo se encontraba Nathan—. Ustedes dos han sido muy valientes, deben de serunos héroes para Amelia. 

Que Lidia ­me llamara una heroína me hacía sentir un poco culpable, tal como eran las circunstancias. En realidad, Nathan era quien nos había prevenido ya al final quien nos protegió. Aún no podía asimilar la situación por mí misma.

Espere a que mis compañeros llegaran, y si tenía un poco de suerte, ver a una Amelia más serena. Varios compañeros ingresaron; cuando apareció Nathan, aún no sabía cómo presentarme ante él ni mucho menos cómo agradecerle.

—¡Buenos días! —saludó Nathan con un gesto amable.

—¡Buenos días! —continuaba Lidia de manera mecánica.

—¡Buenos días! —intenté responder de forma amigable.

—¿Cómo se encuentran? —Al parecer Nathan aún se preocupaba por el estado en el que nos encontrábamos.

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