Capítulo 13 - El cumpleaños de Amelia (parte 1)

40 1 4
                                    

Un resplandor sumamente cegador se aproximó a mí, inhabilitando por completo mis movimientos. La luminiscencia se tornaba más cálida y se distendía a mi alrededor, obligándome a ser una mera espectadora.

—Madian —una voz femenina profirió y parecía provenir de aquella fuente de luz.

«¿Madian?, ¿qué significaba eso?, ¿lo había escuchado correctamente?»

—Rosalie, que tu nombre sea tu protección. —Esta vez escuchaba la voz de mi mamá claramente, entonando la pieza que había compuesto para mí cuando era un bebé.

—Rosalie, mi niña. —Mamá me observaba con sus grandes ojos añil, expectantes y llenos de preocupación—. ¿Ya te encuentras mejor? —cuestionó con suavidad acariciándome el cabello; me hizo recordar a las veces en las que mi mamá se quedaba conmigo cuando era incapaz de dormir, cuando era más pequeña y vivíamos en nuestra antigua casa.

—Sí, estoy bien, ¿qué sucedió?, ¿por qué estás aquí? —Intentaba descifrar la situación en la que me encontraba, analizando cada cosa que era capaz de divisar desde mi posición; me encontraba en mi habitación. «¿Cómo había llegado hasta mi cama?, si lo único que recordaba era... había perdido el conocimiento en el baño. » Recordar me producía punzadas en la cabeza, y como acto reflejo elevé las manos a mi rostro.

—¿Te duele la cabeza? —preguntó mamá examinando mis acciones.

Tan sólo asentí ligeramente y volví a recostarme por su indicación.

Te desmayaste en el baño —prosiguió con cautela, dando ligeras palmadas en mis manos—. Tu padre y yo te encontramos cuando Camila entró a revisar tu habitación porque no respondías. El médico te examinó anoche y regresó hace unos minutos. Al parecer no te lastimaste ni tienes contusiones, pero es mejor que reposes un momento en casa. El médico determinó que puede ser producto de una leve anemia debido a tus estudios anteriores, y no hay razón por que preocuparse pero... ¡nos preocupaste demasiado! —Mamá se acercó, abrazándome con fuerza como si temiera que desapareciera.

—Estoy bien, ya me siento mejor, sólo tenía que despertar mis sentidos —aseguré con firmeza para evitar que mi mamá se preocupara aún más.

—Por ahora debes descansar. Ya he avisado al instituto que no asistirías por cuestiones de salud —declaró con tenacidad para evitar que objetara.

—¡No!, hoy debo ir. —Recordé un asusto importante que había olvidado por un momento—. Hoy es el cumpleaños de Amelia —expliqué intentando ganar su aprobación.

—Ya es bastante más de mediodía, no puedes asistir al instituto —manifestó mostrando una mirada de comprensión—. Hoy debes descansar para recobrar tus energías y no sufrir una recaída. Tu amiga comprenderá por qué no has podido asistir —sostuvo con suavidad, para que aceptara su decisión.

—No, se lo debo a Amelia. Recuerdas lo que le sucedió hace una pocas semanas, si no voy probablemente se sienta mal, aún debe sentirse insegura después de que le ocurrieron ese tipo de cosas —imploré para poder pasar unos momentos con mis amigos.

—Está bien, después de todo se desperdiciaría el bonito vestido que recién te he comprado.

—¿Me has comparado un nuevo vestido? —interrogué a mamá con sorpresa.

—Sí, pero ese no es el asunto más importante en este momento. Sólo accedo con la condición de que tu padre te lleve y recoja personalmente al horario que yo establezca; debes regresar antes de medianoche, ¿entendido? —sentenció sonriendo sutilmente al final, algo que no hacía muy a menudo debido a su trabajo.

—Sí, muchas gracias —asentí tomando asiento con la espalda recta.

—Antes debes guardar reposo, todavía falta algo de tiempo. —Me recriminó, haciéndome tomar mi posición inicial.

GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora