Capítulo 8 - El inicio de los problemas

37 1 0
                                    

Desperté con energía renovada, me sentía más ligera, como si durante estas dos semanas hubiera cargado con un gran peso. El olor fresco de la mañana despertaba mis sentidos, cada fragancia poseía su propia particularidad pero no me hacía sentir mareada; creo que ya me estaba acostumbrando un poco a que los olores me inundaran sin que estos me causaran malestar.

Se acercaba el fin de semana y eso se podía notar en el rostro de profesores y alumnos. La mayoría ya tenía programado lo que haría durante su fin de semana y se encontraban ansiosos por que llegara o lo tomaban de manera inevitable.

Amelia y Lidia aran las más puntuales y entusiastas como siempre, por lo que pasar las horas de clase siempre era más relajado.

En el primer descanso, Amelia y Lidia ya se encontraban más que preparadas para salir. Reunidos los cuatro en el comedor, Lidia dio inició a la conversación.

—Chicos, les quería proponer que reanudáramos nuestro día de campo.

—Lo siento Lidia, no te lo había dicho, pero por ahora no puedo salir a otra parte —interrumpió Amelia.

—¡Amelia! —Lidia parecía consternada.

—Lo siento, pero mi papá no puede consentir que vaya sin suficiente guardia, y además cada vez hay más preparaciones para mi cumpleaños.

—Está bien, no nos quedará otra opción. —Lidia asentía como si hubiera sido abandonada.

—Te prometo que en cuanto termine las preparaciones para mi cumpleaños podré ir.

—De acuerdo.

—No te molestes.

—¡Yo no me molesto!

—¡Ay Lidia!

—¡Ay Amelia!

—Está bien si lo postergan, por mí no hay ningún problema —intervino Nathan cortésmente.

—No tienes por qué preocuparte, ellas siempre son así —musité a Nathan casi en un susurro.

—¿Quiénes? —Lidia se dirigía a mí.

—Es por culpa tuya —agregó Amelia.

—¿Mi culpa?

Lidia y Amelia no pararon de responderse la una a la otra hasta que hubo terminado el primer descanso. El último periodo de clases pasó veloz, y más aun con el impaciente sonido de las manecillas del reloj que anunciaría el término de clases.

Una vez hubo terminado el periodo de clases, todos se arremolinaron hacia el exterior en diversas direcciones.

—Entonces, ¿les parecería bien si nos reunimos otra vez este fin de semana? —Ofrecía Lidia emocionada.

—Ya sabes que no puedo —respondió Amelia.

—¿Y ustedes?

—Mmm... yo tengo algunos asuntos pendientes, lo siento. —Se disculpó Nathan, hecho por el que no pude evitar sentirme un poco triste, y en ese momento una oleada de calor me invadió completamente.

¿Qué me estaba sucediendo?, primero si sangre se congela totalmente y ahora siento demasiado calor. Me debo estar volviendo loca, debo ser la única persona a la que le están sucediendo este tipo de cosas, ¿y si realmente soy un fenómeno como los demás piensan?

—Rosa no me puede abandonar. —Lidia interrumpió mis pensamientos con voz esperanzada.

—¿Mmm...? ¿Yo?

GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora