15

51 5 1
                                    


Narra Merlía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Merlía

Mi subconsciente era un completo caos, viajaba entre la realidad, los recuerdos y al parecer lo onírico.

—Abre tus ojos, princesa ―fue lo último que le oí decir a Valentín, antes de quedarme a solas con mi mente que no se cansaba de mostrarme cientos de escenas, hasta que una en particular captó mi atención y mi energía por completo:

Lo que yo había tomado por una pesadilla, en realidad había sido una parte crucial para que mi vida cambiara.

Tenía diez años, me reconocía al verme pequeña y un poco torpe en mis movimientos.

Me encuentro corriendo en el bosque oscuro y aterrador, hasta que de pronto el paisaje cambia al adentrarme en un claro. Me detengo por un segundo para analizar mis posibilidades de huida e intento regular un poco mi respiración para poder continuar.

—¿Creíste que podrías escapar de mí? —dice la voz que ya reconozco y me causa repulsión.

Me doy vuelta rápidamente y observo sus ojos verdes que me escrutan, atentos.

Me mira de manera hostil, haciéndome retroceder un par de pasos por simple instinto. Sin embargo, «mi primo» se acerca aún más a mí.

Observo su rostro, con detenimiento, percatándome de lo mucho que ha cambiado en los últimos años. Sus facciones se han endurecido, resulta intimidante, amenazador, mientras que sus ojos han adquirido un brillo especial que dista mucho de ser positivo. Ya no es el niño que conocía.

A pesar de la oscuridad de la noche, puedo distinguir en uno de sus antebrazos el tatuaje tribal que se hizo en cuanto cruzó al mundo humano.

Es mucho más alto que yo y un tanto más joven, tiene dieciséis aunque no lo aparenta, dado que sus rasgos lo hacen lucir mayor. Su cuerpo es atlético, lo que me hace tener la certeza de que no lograré escapar, por mucho que lo intente.

Estoy completamente perdida, no tengo a dónde ir y solo un golpe de suerte me permitirá escapar de él.

Lo veo acercarse a mí cada vez más, mientras de su bolsillo saca una navaja, haciéndome retroceder automáticamente, hasta chocar con el grueso tronco de un árbol.

Sin perder ni un segundo, mi primo, aquel que alguna vez creí conocer, me acorrala, por lo que intento defenderme golpeándolo, sin embargo, lo único que consigo es que el filo de la navaja roce mi cuello, en un abrir y cerrar de ojos.

El miedo invade cada una de mis células, mientras deseo que mi primo vuelva a ser el de siempre, que aparezca esa parte inocente que me escuchaba y comprendía, alejando esta faceta suya que pone mis nervios a flor de piel.

—Al fin desaparecerás de este mundo, princesa. Hoy, por fin, acabaré con lo que debió terminar hace ya mucho tiempo y no habrá impedimentos para que el Reino sea mío y de mi padre.

Lucha Eterna. Fuego Y Agua 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora