5. Creo que existe la magia.

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“Como todo en mi vida, es como si el destino me lo hubiera puesto por delante, y yo lo único que tuve que hacer fue decir si quería hacerlo o no, y aprovechar la oportunidad. Ahora más que nunca, con todo lo que he vivido, estoy convencido que así es la vida, ésa es su magia y su belleza.”

Ricky Martin


Paris

A veces la vida puede ser muy cruel en algunos aspectos pero siempre hay que luchar por un futuro mejor, la vida no es fácil por eso hay que pelear hasta el último segundo. Existe una maldad muy grande en este mundo pero si aún queda una pequeña luz de esperanza dentro de nosotros, eso va a alcanzar para levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir en la batalla de sobrevivir día a día.

Estaba a centímetros de su rostro, el cual solo se encontraba iluminado por la luz que le proporcionaba la Luna. No podía emitir ninguna palabra, era como si me hubiera arrebatado el aliento con solo una mirada.

Soltó lentamente el agarre que mantenía a mi muñeca contra su pecho y bajó lentamente sus manos hacía mi diminuta cintura. Coloqué mis manos alrededor de su cuello y no pude separar mis ojos de él, su aroma, su aura me mantenía en una burbuja de paz que no había sentido hace mucho tiempo y era reconfortante.
No sé cómo lo hizo, no podía pensar en nada más, solo estábamos él y yo en todo el mundo. No existían los problemas ni la tristeza... Entonces se acercó poco a poco, tanto que nuestras respiraciones se entremezclaban, hasta que chocó nuestros labios.

Mi primer beso, todos mis sentimientos explotaron en ese instante. Las mariposas bailaban en mi estómago felices. Mis manos jugaban con su pelo oscuro como la noche y me perdí entre sus labios, en sus ojos y en sus manos que acariciaban dulcemente mi espalda baja. El beso era tímido pero a la vez salvaje, te hacía sentir en paz, relajado, como si pudieras volar en medio de una noche estrellada. No había palabras que pudieran explicar lo que sentía, era mágico.

Nos separamos un poco por falta de oxigeno y una sonrisa de oreja de oreja se formó en nuestros rostros. Murmuró algo entre mis labios que pude entender perfectamente.

-Mi nombre es Samuel, no lo olvides.- Susurró, solo me quede ahí entre sus brazos que me abrazaban con fuerza, como si así pudiera unir cada parte de mí y por primera vez en años me sentía bien.

Cuando me soltó, abrí mis ojos y me di cuenta que estaba acostada en mi cama con la respiración agitada. No podía creer que eso había sido un sueño, se sintió...

-Real...- Susurré. Me tapé la cara al recordar aquel beso que me hacía estremecer tanto y al instante sentí como mis mejillas ardían.

Giré mi cara para ver qué hora era y el reloj marcaba las 8:30 de la mañana, me levanté corriendo hacia el baño. Solo faltaba media hora para ir a la cafetería y sabía que iba a llegar tarde. Suerte que solo quedaba a cinco cuadras de mi casa, así que si me apuraba seguro no llegaría tan tarde.

Terminé de arreglarme cuando vi, al lado de mi cama, una pequeña caja con una tarjeta que citaba, Para mi princesa. Abrí la caja y me encontré una gran sorpresa que me alegro el día, eran unos pequeños dijes en una hermosa cadena plateada, un rosa, una flor dentro de un frasco, un espejito y una frase en ingles.


Hasta que el último pétalo caiga.


Empecé a saltar de la emoción, parecía una niña chiquita pero no importaba, esos dijes pertenecían a la película "La Bella y la Bestia", que es mi favorita desde hace tres años

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Empecé a saltar de la emoción, parecía una niña chiquita pero no importaba, esos dijes pertenecían a la película "La Bella y la Bestia", que es mi favorita desde hace tres años. Volví agarrar la tarjeta para encontrar quien la había dejado ahí pero no encontré nada.

Tomé la cadena y la coloqué en mi cuello, quedándome unos instantes en el pasillo para apreciando el collar, nadie sabía que esa era mi película favorita así que no sé quién pudo habérmela regalado, alejé esos pensamientos de mi cabeza y salí de mi casa casi corriendo.

Cuando llegué a la cafetería noté que no había llegado tan tarde, solo habían pasado 5 minutos de mi hora de entrada, por lo que me preparé para poder ir a atender las mesas.

***

Estaba haciendo mi trabajo, cuando lo vi entrar, con su manera tan conocida de ser, en ese momento todas mis alarmas se encendieron. El causante de que haya vivido la peor noche de mi vida, caminaba seguro de sí mismo como si no se hubiera percatado de que había arruinado una vida.

No sabía qué hacer, me quedé en mi lugar luchando por respirar normal, hasta que él se dio cuenta de mi presencia, me miró con esos ojos oscuros y me sonrió. Ahí sentí como mi mundo se vino abajo y dejé de respirar por completo, cayendo al suelo. Lo último que sentí fueron unos brazos fuertes que me atraparon e impidieron mi caída, fue cuando se escaparon mis últimas palabras como un susurro que dudo que alguien haya podido escuchar.

-Samuel...-Y me dejé caer en un profundo agujero negro.


***


Al despertar, me sentía totalmente fuera de lugar. No sabia donde me encontraba y eso me descolocaba un poco, porque esta no era mi casa. Me levanté de la cama en donde me encontraba y abrí la puerta, donde fue cuando mi respiración se cortó, cuando me encontré con dos ojos cual faroles. Mis piernas templaban y ya no pudieron soportar mi peso, entonces caí. Él se percató de eso, por lo que fue más rápido y me agarró de la cintura para no caer.

Me quedé estática al sentir sus brazos al rededor de mi cintura, sosteniendome cln fuerza. Samuel, si existía y me encontraba en lo que parecía ser su casa. Él me miraba con una sonrisa burlona, yo por mi parte, formaba una gran "o" con mi boca.

Por su expresión notó que yo estaba totalmente desconcertada, entonces fue cuando su sonrisa se ensanchó aún más.

-Nos volvemos a encontrar princesa...- Ronroneó en mi oído, provocando que su aliente chocara con mi cuello.

Lo miré detenidamente mientras mis piernas titiritaban, se veía más intimidante que de costumbre. Tendría que sentir miedo por mi seguridad, ya que estaba en una casa que no conocía con un completo extraño pero no, todo lo contrario, me sentía segura en sus brazos.

Me ayudó a que me sentara en un hermoso sillón de cuero negro y se fue a preparar un té para ayudarme a tranquilizar un poco.

Todavía no podía creer que estaba en su casa, creí por un momento que él no era real, que lo había inventado pero no era así, él me había ayudado pero realmente no sabía con que intenciones.

En Busca De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora