8. ¿Dónde estoy y cómo llegué aquí?

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“Quizás el amor se trate de encontrar esa persona que te sujete de la mano cuando estés a punto de caer, que te dé un último aliento cuando estés a punto de desfallecer y que te diga te quiero… En cada amanecer"

Sergio De Sa



Paris

Estaba durmiendo plácidamente cuando un repentino dolor en la sien se hizo presente, provocando que abriera mis ojos, la cabeza me palpitaba y no sabía que me había pasado ni donde me encontraba. Cada vez que quería recordar lo que había pasado la noche anterior todo se volvía borroso. Volví a cerrar mis ojos por la luz que se filtraba de las cortinas blancas...

¿Cortinas blancas? Yo no tengo cortinas blancas en mi casa.

Intenté girarme pero algo no me lo permitía. Con mucho trabajo logré voltearme completamente, chocando con el cuerpo de un chico que se encontraba recostado a mi lado. Estaba profundamente dormido y se veía tan lindo, transmitiendo una paz con un simple gesto, no reprimí la sonrisa que se dibujó en mi rostro, con tan sólo unos minutos observándolo dormir hacia que te enamoraras de él. Seguía teniendo apariencia de chico malo pero al dormir, eso cambiaba, parecía un niño dulce y adorable que descansaba en los brazos de su madre.

Alto. Alto. Alto. Alto. ¿Qué pasó anoche? ¿Por qué estoy en su cama? Por dios no habrá pasado ...

Eso no lo sabrás porque no recuerdas nada, ahora cállate que lo vas a despertar y arruinar el momento.

Cállate tú que no ayudas en nada.

-Si sigues viendome así, vas a terminar cayendo en un muy fuerte hechizo de enamoramiento.- Dijo con los ojos cerrados, lo cual hizo que me sobresaltara y cayera de la cama. Él se empezó a reír mientras se asomaba por el borde de la cama de donde me había caído.

-Eso no es gracioso, me asustaste.- Murmuré pasando mi mano por mi cabeza, haciendo puchero de nena chiquita.

-Sí que lo fue, ¿te encuentras bien?- Me preguntó un poco más serio pero no podía evitar reírse un poco.
Se sentó bien en la cama y me extendió una mano para ayudarme. Me levanté muy rápido, haciendo que mi cabeza quisiera salirse de mi cuerpo y no pude evitar mascullar.

-No, no recuerdo lo que pasó anoche ni de cómo terminé durmiendo contigo...-Me tapé la boca pensando lo que pudo haber pasado entre nosotros y eso hizo que me ruborizara-Nosotros...-No pude terminar mi frase, lo que hizo que él estalle en carcajadas.

-Tranquila ángel, no pasó nada entre nosotros.- Me guiñó un ojo y se levantó de la cama, momento donde me di cuenta de que no traía nada puesto de la cintura para arriba, con su torso bien marcado al aire libre. Giré un poco mi cabeza hacia la derecha involuntariamente para verlo mejor.

-¿Tendré que preocuparme por un repentino acoso?- Dijo sacando su labio inferior como un niño pequeño.

-Idiota, ¿me vas a contar lo que pasó anoche o vamos a vivir juntos de ahora en adelante?- Qué demonios dije, mis palabras salieron por si sola y lo único que logre en él fue que su sonrisa se ensanche.

Se acercó a mí, como un león a su presa, por mi parte, seguía sentada en la cama cruzada de piernas con una almohada sobre ellas y  cuando él se aproximó a mí, la apreté con fuerza entre mis dedos.

-Puedes quedarte el tiempo que quieras, bombón. Mis puertas están abiertas para ti.- Ronroneó, chocando su aliento contra mi boca, haciendo que me estremeciera- En el desayuno voy a responder todas tus preguntas, mientras tanto, si quieres puedes cambiarte aunque mi ropa te queda mejor.- Dijo guiñándome un ojo.

Se alejó de mí y se dirigió a la puerta para salir, no sin antes mirarme por encima de su hombro. Cuando la puerta se cerró, mis ojos viajaron a la ropa que llevaba puesta.

¿Qué demonios pasó anoche?

No podía dejar de repetirme esa pregunta una y otra vez mientras me dirigía al pequeño baño que estaba a un lado de la habitación. Al terminar de arreglarme, dejé la ropa sobre la cama, sin saber que hacer ahora pero hubo algo que llamo mi atención y me dirigió a mi próximo destino.

Jazz

Sonreí al escuchar tan hermosa melodía. Al ser una amante del jazz, supe reconocerla de inmediato, me ayuda a relajarme mucho en mis momentos de histeria.

Seguí la música hasta encontrarme con una persona de espaldas bailando al ritmo de la canción, mientras cocinaba algo que olía delicioso. Reí de forma silenciosa para que él no se diera cuenta y me senté en un banco para seguir mirándolo.

Ten cuidado que si sigues viéndolo así , vamos a necesitar un balde o una balsa.

Silencio, me desconcentras.

Me ruboricé ante aquel pensamiento, conmocionándome por las locas ideas que cruzaban por mi mente. Intenté dejarme llevar por la música que inundaba todo el lugar. Él se dio vuelta mientras seguía bailando, chocando con mi mirada, se acercó al reproductor con intención de apagarlo, hasta que lo detuve.

-No, me encanta esa música. Por favor, no lo apagues.- Sonrió de una forma tan tierna, que logró contagiarme a mi también. Se dirigió a la puerta de la cocina y haciendo una seña con su mano para que lo siguiera salimos de la habitación hasta el living, donde se plantó  delante de mí. Cuidadosamente fue bajando una mano hasta mi cintura, mientras que la otra se mantuvo suspendida mantenía en el aire. Puse mi mano en su hombro y la otra sobre su palma para después bailar al compas de la música que llenaba todo el departamento.

Por un segundo no podía imaginar lo que estaba pasando, que yo estuviera bailando jazz con un desconocido pero me desconecté un segundo del mundo para poder respirar en paz. Dejé de pensar por un momento en todo y por un momento de valentía, pasé mis brazos alrededor de su cuello, haciendo que él bajara los suyos a mi cintura.

Bailábamos muy pegados, su duro pecho chocaba contra el mío, permitiéndome escuchar los dulces golpeteos que daba su corazón, los cuales se mezclaban con los míos. Mis pequeñas manos jugueteaban con su pelo cariñosamente y sus manos acariciaban mi espalda baja con suavidad.

-¿Dónde estuviste toda mi vida?- Murmuré en un tono de voz suave, para no romper la atmósfera que se había creado.

-Más cerca de lo que crees, princesita.- Dijo alejándose un poco para mirarme a los ojos.

Poco a poco fue acortando la distancia que había entre nosotros y cuando nuestras narices se chocaban, unas palabras se escaparon de mis labios...

-Dime que eres real y que estás aquí  conmigo.- Susurré más como una súplica que como un pedido.

-Estoy aquí, mi amor, y soy real.- Al momento en el que iba a decir algo más, sus dulces labios tocaron los míos.

Era un beso dulce que hacía que pierda la cabeza, sentía como esos labios no eran extraños para mí, que no era la primera vez que los besaba. Pero no hice caso a mis pensamientos y me dejé llevar.

Parecía un momento mágico, el jazz de fondo, las luces bajas y todo al mí alrededor había desaparecido. Me sentía con el poder de volar, de escalar montañas, me sentía invencible y protegida a su lado. No quería irme nunca más de su lado, quería quedarme todo el tiempo que pudiera junto a él.

En Busca De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora