18/12/2016

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Yo era una niña, llegué a casa una tarde cansada de trabajar con mi padre, le ayudaba con su trabajo de cortar leña.

Estaba cansada, hacía frío. Mi madre me preparó un té y lo bebí con gusto frente al fuego de la chimenea. Como cualquier otra niña, estaba deseando el comienzo de la Navidad, una época dónde nadie se pelea y todos son felices. 

Yo era muy feliz con mi vida de leñadora, hasta que me mudé a la gran ciudad y descubrí el gran caos que había en mi corazón, un desorden inmenso, por ello me perdí por la ciudad, hundida en mis pensamientos, y entonces, apareciste tú.

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Perdí la conciencia, 

toqué la locura, 

desplomada hacia el suelo 

caí en el asfalto.

Murmullos de fondo, 

ciudades perdidas, 

desde ese fondo me miran

unos ojos en susurro.

Te acercas y me ayudas, 

entre resoplos y dolores, 

me miras con dulzura

y sin miedo me enamoras.

Antes me perdía en pensamientos, 

ahora me pierdo en tu mirada, 

te cojo de la mano y al oído

te digo:"Mi salvador, amigo".

Entonces me desmayo, 

tus brazos me dan cobijo, 

pero mis raíces me prohiben

amar a un ciudadano malnacido.

Dedicándote mis díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora