Él se encuentra de pie, sonriendo falsamente se le nota porque su sonrisa no llega a sus ojos, estos lucen tristes.
-Lo siento por tanto alboroto, pero no podía dejar que destruyeran mi hogar -añade mientras tomaba la caja, yo nada más me quedo en silencio viendolo caminar hacia mí nuevamente.
-¡Ay! Lo siento, no sé dónde quedaron mis modales. Soy Jack mucho gusto -dijo tendiendome una mano, yo la tomé desconfiada y estrechamos manos.
-Yo soy... -me interrumpe.
-No te molestes en decirlo ya sé muy bien quien eres -su personalidad que antes era juguetona cambia a una sombría. -¿No eres de mucho hablar, verdad? Me haces sentir como si hablara mucho -su ánimo cambia nuevamente a una enérgica, que bipolar que es.
-Espera, ¿cómo sabes quién soy? -le respondo y él me sonríe.
-Por supuesto soy tu dueño, dah -dice como si fuera algo demasiado obvio.
-¿Dueño? ¿A que te refieres?
Se ríe casi al borde de las lágrimas.
-Parece que a alguien no le contaron nada, pero ese no es mi problema, así que chao.
-No, espera -grité mientras le tomo de la mano reteniendo su huida, él observa nuestras manos entrelazadas y una pequeña sonrisa tímida se hace presente en su rostro.
-¿Tienes hambre? -pregunto de repente, me encuentro un poco nerviosa.
-Un poco, creo que es porque no he comido en veinticinco años.
Me dirijo a la cocina, preparo un poco de pasta con salsa blanca para comer los dos. Nos encontrábamos en la sala comiendo en silencio, él observa su comida un poco extrañado.
-¿Qué es esto? -pregunta curioso.
-Pasta.
-Pasta, pasta... -repite lo que yo digo mientras mueve su comida con el tenedor, come un bocado y sus ojos se abren a más no poder.
-¿Nunca habías comido pasta? -sacude su cabeza negando.
-Esto es delicioso -añade comiendo rápidamente, se levanta desesperado una vez que termina su comida. -Tengo un poco de sueño... ¡pido tu cama! -corre hasta mi cuarto y se escucha como cierra la puerta con fuerza. Mierda me toca dormir en el sillón.
ESTÁS LEYENDO
La Profecía (Laughing Jack)
FanficLa curiosidad me mataba no podía dejar de ver esa caja, algo dentro de mí me exigía hacerla funcionar, sabía que no tenía que abrirla, pero uno nunca escucha las advertencias.