Recostado entre las sábanas y colchas, con el celular entre las manos leyendo la última conversación que había tenido con el peliblanco. Así se podía definir mí situación actual desde hacía cuatro días. Victor no contestaba a mis mensajes, y si lo llegaba a hacer, era para decir que estaba ocupado y no podía hablar en ese instante. Largué un suspiro antes de volver a mandarle un “hola”, rezando para que esta vez si hubiera respuesta de su parte.
En el instituto su comportamiento era el mismo. Cuando era la hora del almuerzo desaparecía y no había forma de que le encontrara, y cuando le veía tan solo me ignoraba como si de una mosca se tratase.
Me preocupaba su comportamiento, la última vez que había estado de esa forma había sido hace cuatro meses, cuando discutió con su padre porque no quería ir a dar clases de patinaje a niños pequeños, por la única razón de que quedamos en salir ese fin de semana. Recuerdo que el señor Nikiforov enfureció y no se hablaron hasta luego de unos diez días.
Podía ser que aún estuviese molesto por lo del domingo, pero no le veía sentido del todo, ambos compartíamos la culpa; él por haber tenido la idea de que me quedara en su casa, y yo, por aceptar.
Después de que sus padres nos encontraran en pleno acto, bueno, justo luego de acabar, Victor se limitó a disculparse y pidió que me fuera en lo que podía ser el susurro más lastimero que había escuchado nunca. Por mí parte, estaba demasiado avergonzado como para negarme y objetar. Me había vestido lo más rápido posible y salí de aquella casa con la atónita mirada encima de ambos cónyuges.
—Soy un idiota. —susurré sintiendo calor en mis mejillas.
Jamás antes me había encontrado en una situación tan incómoda como que mis suegros me vieran teniendo sexo con su hijo; realmente creo que no hay peor escenario que ése.
Mí mente me azotaba con cientos de pensamientos con el ojiazul como protagonista, trataba de encontrar una solución que fuese lo suficientemente capaz de enmendar todo el ajetreo de esta semana. Con el cuerpo pesado, me levanté de la cama y acomodé mis lentes sobre el puente de mi nariz, antes de tomar una bufanda y salir de la habitación.
Hablé con mi madre durante unos minutos en los que le rogué que me diera dinero, para luego de haber cumplido mí misión despedirme y pisar el pavimento de la acera; dispuesto a recorrer las calles de Hasetsu.
Durante mi confusión mental me decidía dar una vuelta para despejarme, caminaba mientras fumaba un cigarro, luego de la fiesta sentía la necesidad de volver a hacerlo de manera más constante, aunque esta era la primera vez desde aquel día que me decidí con firmeza a fumar.
Exhalaba el humo que se mezclaba con el vaho producido por el frío otoñal, ajusté mi bufanda cuando una repentina ventisca azotó, haciendo que el cigarrillo cayera al suelo. Molesto, lo pise para apagarlo y me alejé caminando a paso rápido de ahí, sin dirección aparente.
Luego de caminar por un cuarto de hora me percaté que estaba en la salida de mi antigua secundaria. La nostalgia me invadió de golpe y sin previo aviso. Sin duda alguna esos habían sido los mejores años de mí vida, sin preocupaciones más allá de tener que entregar mis deberes al día y tener una estrella dorada en mis cuadernos.
Una sonrisa se asomó en mis labios sin pensarlo, y ya recompuesto, me dispuse a seguir mí recorrido. Sin embargo, no muy lejos observé algo que me detuvo, o más bien, a alguien.
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FOOLS - victuuri; yuri on ice
FanfictionLa vida tiene distintos caminos preparados para cada persona y no pueden ser cambiados, algunos le llaman destino, otros suerte. Pero Yuri Katsuki le tiene un nombre muy particular; desgracia. Quizá su vida parecía feliz e ideal, pero las cartas no...