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Caminaba a paso rápido entre la multitud de gente que había en la Gran Metrópoli, iba tarde, él odiaba la impuntualidad y las últimas veces también había llegado con retraso al lugar acordado, seguro esta vez no me lo pasaría por alto.

Corrí la última calle que me faltaba hasta la Academia que buscaba y una vez llegué tuve que apoyar mis manos en los muslos para recuperar el aliento. En la puerta de la institución estaba él de pie, con su distintivo ceño fruncido y cara de pocos amigos, mientras observaba el reloj con clara molestia.

Su turno acaba a las seis, y ya habían pasado diez minutos de aquello. Caminé el pequeño trayecto restante con cierta incertidumbre hasta estar frente a él y dedicarle una sonrisa tímida, sus ojos claros se fijaron en mí sin ninguna pizca de amabilidad.

-¡Llegas tarde, idiota!

-Lo siento mucho, el metro demoró en llegar y me distraje en el camino. -hice una pequeña reverencia a modo de disculpa.

-¡Es la tercera vez esta semana! -seguía gritando y parecía que echaría humo a través de sus orejas en cualquier momento.

-También podrías acercarte a la estación del metro y esperarme, ¿sabes? -dije por lo bajo, aunque parece ser que fue capaz de escucharme y recibí un codazo en la boca del estómago como respuesta.

-Cuando nos mudamos juntos quedamos en que tú me pasarías buscando.

-No es justo, Yurio. -bufé.

-¡Me da igual! -gritó antes de darse la vuelta y empezar a andar en dirección contraria a la mía.

-¡Hey, espera! -troté hasta alcanzarlo, con una de mis manos tomé su brazo para que girara a verme, sus grandes ojos verdes denotaban furia, pero también otro sentimiento que no fui capaz de descifrar.

No recordaba la última vez que había visto ese destello en los ojos de alguien.

-Vamos a casa. -susurró frente mía para instantes después bajar la mirada al suelo.

-Comamos fuera, no he hecho el mercado. -le sonreí de oreja a oreja.

No era cierto, la compra la tenía hecha desde hace unos días, pero quería distraerlo, no me gustaba verle desanimado o siquiera molesto, cosa que era bastante común en él. El rubio fue un pilar fundamental para salir de la tristeza en la que me ahogaba cada vez que a mi mente llegaba la imagen del peliblanco.

-Vale. -respondió al minuto y rodeó mi brazo con el suyo, juntándolos. Era una clase de costumbre que el ojiverde desarrolló con el paso del tiempo, lo hacía cuando se sentía inseguro, aunque decía que sólo le calmaba, yo sabía que en cierto punto él lo disfrutaba, y no es como que a mí me disgustara del todo.

-¿Qué tal si invitamos a comer a Minami-kun? -aconsejé con una sonrisa, Minami era nuestro vecino, un joven alegre que al parecer ingresaría a la misma universidad que el rubio.

-¡Ni hablar! Lo único que hace es hablar de sus bandas y cantantes favoritos. -acotó molesto y con claro deje de fastidio.

-¿Y qué hay de Hina-chan? -dije asanchando mi sonrisa.

Sí, era la misma niña que conocí en aquel tren hace siete años, ahora era una hermosa señorita, que por juegos del destino terminó siendo alumna de ballet del ojiverde. El primer día que me vio yéndolo a recoger se lanzó en mis brazos con una sonrisa de oreja a oreja, en mi rostro se podía ver la confusión plasmada. No la reconocí, y no era para menos, la última vez que la había visto era una pequeña de casi ocho años, y ahora con sus quince no se parecían en lo absoluto, la pubertad había hecho de las suyas y de muy buena manera.

-Está loca por ti, no deja de preguntarme si estás bien y esas cosas, deberías decirle que eres gay antes de que siga haciéndose falsas ilusiones. -hizo una pausa antes de seguir hablando enfadado- Aparte te menciona con su infantil 'Yu-chan', ¡es una molestia!

-Ella sabe que nunca pasará nada entre nosotros. -la castaña se me había confesado hacia unos meses, el día de San Valentín para ser exactos, con pena tuve que rechazarle, pero no cambió su actitud hacia mí.

-Dejemos de hablar de ella, cenemos nosotros dos y ya. -bufó girando su rostro al otro lado de la acera, haciendo que su flequillo tapase la mitad de su cara.

-Siempre vamos solos, ¿no te aburre?

No recibí una respuesta hablada, el rubio se limitó a seguir caminando a mi lado por un par de cuadras más. De un momento a otro se detuvo, y señaló a un café que estaba a una esquina, sonreí.

Entramos al establecimiento y una camarera nos recibió, nos indicó dónde podíamos sentarnos y al final optamos por la mesa más alejada del bullicio. Ordenamos algunos pastelillos y unos cafés, y empezamos a hablar de banalidades y cualquier cosa que cruzase nuestra cabeza en esos momentos.

-Oye, cerdo, ¿no piensas que es hora de que estés con alguien? -preguntó el ojiverde dándole un mordisco a su tartaleta de fresa.

-¿A qué te refieres?

-Ya sabes, una relación, no te he visto con nadie desde que llegué a Tokio hace dos meses. -hizo una pausa para beber de la taza de café negro- A veces pienso que no has superado al idiota de mi hermano.

-Qué va, estoy bien como estoy, no necesito de nadie. -respondí con una fingida seguridad mientras mis mejillas tomaban un ligero tono rojizo.

-Pienso que es momento de que salgas con alguien. -masculló por lo bajo.

-Yurio, en serio, no necesito a una persona a mi lado, conmigo basto y sobro. -sonreí.

-Sé cuando mientes, no tienes que callarte todo. -y tenía razón, él me conocía casi a la perfección y era algo que me asombraba, no teníamos tanto tiempo el uno al lado del otro, tan sólo unos meses viviendo juntos y largas charlas por videollamadas desde hacía años.

"'Cause you know that I can't trust myself and my three A.M. shadow.
I'd rather fuel a fantasy than deal with this alone."

-Te lo aseguro, cuando salga con alguien serás el primero en enterarte. -le di un sorbo a mi café para intentar cortar con el tema, pero vi como susurraba algo inaudible para mis oídos y su entrecejo se fruncía.

-Ultimamente estás extraño, ¿sabías? -reí al ver que sus pómulos se sonrojaban de forma casi imperceptible.

-Cállate.

Su objeción había causado en mí una fuerte gracia, tanto así que lancé una carcajada a puro pulmón, sin importarme las ojeadas molestas del resto de comensales. Así podían resumirse mis días el último par de meses, en charlas y risas, y ciertas miradas por parte del rubio que no lograba comprender del todo.

FOOLS - victuuri; yuri on ice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora