Capítulo 9

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Maratón 2/3

Leina

Suave

Se sentía suave debajo de mí, mis párpados pesaban, pero en un vago intento los abrí, los cerré rápidamente en el momento que el sol entró en mis ojos.

Luego de tres intentos fallidos, por fin pude abrir los ojos ya acostumbrados a los rayos del sol.

Miré a mi alrededor y sentí como mi corazón se oprimía al darme cuenta de que me encontraba en la habitación que me habían asignado en el castillo de Dereck.

Me senté en la cama y dejé que las lágrimas bajarán de manera silenciosas por mis ojos.

Poco después comprendí quien era el gran lobo negro de la noche anterior. Era más que claro que el lobo al ser el más grande de todos y no hacerme ningún tipo de daño era Dereck.

Hundí mi cabeza entre mis rodillas y dejé que las lágrimas cayeran, me sentía deprimida, derrotado, cansada...

-no llores- escuche una voz grave que me hablaba.

Mi cuerpo se llenó de furia, no lo quería ver ni escuchar, lo deseaba lo más lejos posible de mí.

-vete- hablé despacio y casi inaudible, pero estaba segura de que él me había escuchado con su super audición lobuna.

-no- dijo firme, y escuche sus pasos acercándose a mí - ¿por qué intentaste escapar? - hablaba tan tranquilo como si no supiera que me arruinaba la vida teniéndome prisionera en este lugar.

Lo ignore, me mantuve en silencio por largos minutos en la espera de que él se fuera. Pero se mantenía ahí, de pie, mirándome de cerca.

-Vete- dije fría y cortante, quería, no, necesitaba estar sola.

-Leina debes entender que jamás te irás de aquí, era mi mate, mi mujer, la que tendrá a mis hijos y jamás te aportaras de mi lado, tendrás que acostumbrarte a mi cercanía porque no pienso alejarme de ti - hizo el intento de tocarme, pero me aleje de manera brusca de su mano.

Lo odiaba.

- escúcheme bien, porque no quiero, ni pienso volver a repetírselo- respondí armándome de valor- usted y yo jamás tendremos algo, yo no pienso mantenerme a su lado, detesto con mi alma a todos los seres como usted- trague aire ante el nerviosismo que sentía al hablar- nunca lo amaré y mucho menos tendré hijos suyos, cada vez que tenga la oportunidad intentaré escapar, siempre que pueda me intentaré alejar de ti, a que si me quieres sólo un poco, como dices, déjame ir, déjame huir de este mundo, de tú mundo, por favor...

- ¡Cállate! - gritó furioso provocando que saltará del susto- tu eres mi mate ¡fuiste hecha para mí! ¡sólo para mí! intenté ser comprensivo contigo, no me enojé por tu estúpido intento de huida, no me he acercado a ti como lo he deseado por cada segundo desde que te vi, pero escúchame bien, aunque tú no quieras eres mía, y lo serás hasta el último de tus días, seres la madre de mis hijos y la que dormirá junto a mí en nuestra cama, no mirarán a nadie más que a mí o serás castigada, me cansé de todo esto, tu eres mi mujer y tendrá que aprender a vivir con eso, porque sin mí no sobrevivirás.- Finalizó mirándome con furia, aparte los ojos asustados y salió de la habitación con un portazo.

Lloré, lloré tanto que creí que moriría deshidratada, pero no pare esperando de manera silenciosa por mi muerte que la veía como la mejor de las cosas en estos momentos.

Me sentía destrozada...

(***)

Estaba caminando por los alrededores del Castillo junto a Dereck.

Desde que me dijo eso hace una semana no se ha apartado de mí ni por un segundo.

Parecía una maldita lapa pegada a mí.

Me detuve frente al gran jardín de rosas. Era la parte que más amaba del Castillo, había rosas de todos los colores desde el blanco hasta las que son tan rojas que llegan a ser de un color negro.

Con cuidado de no pincharme tome una rosa blanca y la toque con delicadeza.

-me podrías dejar sola, por favor -dije con la esperanza de que siquiera por un segundo me dejará estar sin su maldita presencia a mi lado.

-no- dijo con la voz profunda y ronca.

-prometo que no intentaré escaparme, sólo necesito estar sola por un momento. - le dije de forma calmada en un intento de que me entendiera.

Últimamente había hablado más, Dereck siempre estaba a mi lado lo que significaban bastantes discusiones.

Claro que sólo le hablaba a él, a pesar de que lo odiaba con todo mí ser era al que le tenía más confianza, aunque jamás lo aceptaría en voz alta.

-aunque intentaras escapar te atraparía al segundo, a sí que eso en realidad no me importa y no pienso dejarte sola para que te des ideas estúpidas en tu pequeña y hermosa cabecita- hablaba tan tranquilo como si hablará del maldito clima y no de mi libertad.

Camine furiosa intentando alejarme lo más posible de él.

Sólo quería un maldito segundo sola, no le pedí nada más que eso.

Es un imbécil.

- Leina a dónde vas - lo escuche correr hasta llegar donde mí.

Se puso delante de mí deteniendo mi caminar.

- a donde crees que vas- me dijo agarrando mi brazo, lo intenté apartar, pero su fuerza era mucho mayor que la mía.

-voy a mi habitación, que al parecer es el único lugar donde puedo estar sola- dije furiosa- así que asume el puto favor de soltarme

-yo te llevaré -dijo y agarró mi mano para caminar a dentro del castillo.

Intenté soltarme, pero el muy animal me la apretó como una amenaza silenciosa.

Era insoportable.

Pero de alguna forma dentro de mi corazón se sentía feliz de tenerlo cerca. De que agarrara mi mano y no me dejara sola dejando que mi pasado me atormentada

Amarrada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora