Calor

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- Pensé que ibas a estar feliz...

- ¿Por qué habría de estar feliz, Yoongi? 7 personas murieron y la mitad de mi universidad colapsó, ¿Quién sabe cuándo podremos volver a clases y dónde?

- ¿Pero no eras tú quien se quejaba de sus profesores?

- ¡Tampoco como para que murieran, idiota!

Definitivamente, el aislamiento y el reposo estaban haciendo que el humor normalmente bueno de Jimin diera un giro de 360 grados.

El hospital le había dado el alta hacía dos días, con indicaciones estrictas de reposo. Después de todo, una concusión no era algo leve y necesitaba todo el descanso del mundo para recuperarse al 100%. Tener que ir a clases ya no era una excusa, ya que su universidad apenas estaba comenzando los primeros preparativos para la limpieza de los escombros. La posibilidad de su reconstrucción estaba muy lejos, y ni hablar de volver a tener clases. Así que, por más que Jimin se quejara de la exigencia de sus profesores, le entristecía saber que debería atrasar su carrera por este incidente.

Al ver el rostro decaído de Jimin, Yoongi se golpeó mentalmente. Obviamente, su alma gemela no había tomado bien el suceso y él iba y le decía algo así. Bueno, después de todo, era el anticristo, tener tacto al hablar nunca había estado dentro de sus prioridades. Hasta que cierta persona con cabello naranja se le cruzó en una fiesta...

- Sigo sin saber qué haces aquí.

Yoongi resopló, fingiendo molestia:

- Seokjin me obligó a quedarme porque aparentemente "te puedes dormir y morir"

Jimin lo niveló con una mirada. ¿Y eso no era un problema?

- ¿Y desde cuando haces caso a lo que Jin-hyung te dice?

- Si "hyung" no me hubiera obligado a hablar contigo en un principio, no estaría aquí...

Ante ello, Jimin cerró la boca. Tenía razón. ¿Qué hubiera sido de él – de ellos, si es que existía un "ellos"- si Seokjin no los hubiera obligado a reunirse?

- ¿Por qué lo hiciste? – quiso saber Jimin.

Yoongi lo pensó por unos momentos. Era una pregunta complicada... bah, en realidad, no tanto. Desde tiempos inmemorables, Seokjin había sido su consejero, su compañero, una presencia constante que le sugería cosas sin que él lo pidiera. Sin darse cuenta, la opinión de Seokjin y lo que tuviera para decir se había vuelto muy importante en su existencia. Pero ni en un millón de años le diría eso a Jimin. Prefirió callar y abrir un nuevo paquete de papas fritas.

Al ver que su alma gemela no tenía intensiones de responder, Jimin expulsó el aire contenido en sus pulmones y se recostó mejor en la cama. Hacía dos días que estaba tirado, sin poder hacer nada, y encima Yoongi no servía de buena compañía, si prácticamente lo ignoraba cuando hablaba.

- Jin-hyung es un mentiroso... - murmuró por lo bajo. No había manera de que ese ser insensible se hubiera preocupado por él, a tal punto de quedarse con él durante las horas que había estado inconsciente. Y por más de que lo hubiese hecho, ¿por qué ahora se mostraba distante?

- ¿Vas a dormir?

La voz del demonio lo sacó de sus pensamientos.

- Sí, y agradecería que no me despiertes cada dos segundos.

- Yo no tengo la culpa de que Seokjin no quiera que mueras...

Jimin revoleó los ojos y se tapó mejor. Por más que estuvieran en primavera, las noches aún se sentían demasiado frías para su gusto. Yoongi observó en silencio como Jimin volvía a caer en sueños. Terminó su bolsa de papas (de Jimin, en realidad) y la hizo desaparecer. Miró el reloj. Eran las 12.25 de la noche. Si Jimin estaba durmiendo, él no tenía nada más que hacer allí. Pero Seokjin lo había amenazado con quemar todos sus juguetes de Kumamon si no cuidaba bien de su "pequeño". Ante la duda, hizo que el celular de Jimin volara hacia su mano e intentó buscar el nombre del otro demonio. Sabía lo que era una celular y para qué se utilizaban (las noticias también llegaban al inframundo, solo que allí abajo no había señal) pero nunca había tenido uno en sus manos. El celular de Jimin tenía la parte superior de la pantalla quebrada, pero más allá de eso, había sobrevivido bastante bien a los golpes sufridos durante el terremoto.

Mírame hacer cosas peoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora