Qué hacer

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- ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Al caer al suelo, Jungkook refregó su cabeza con molestia. El golpe no había sido fuerte pero sí inesperado.

- Tsk, hyung ¿qué sucede? ¿Por qué me golpeas?

- ¿Que qué sucede? – al reparar en el tono de voz de Yoongi, Jungkook abrió rápidamente sus ojos y los enfocó en su amigo. Y sintió los vellos de su nuca erizarse. En menos de un segundo, Yoongi había cruzado la habitación y levantó al incubus del suelo. Lo tomó del cuello y la aprisionó contra la pared. Sabía que así no lo mataría (se necesitaba muchísimo más para borrar la existencia de un demonio) pero cortarle el paso del aire le daría la satisfacción de ver cómo Jungkook se revolvía, intentando liberarse. Por más de que fuera un demonio, Yoongi era el anticristo. Nadie podía contra él. – Después de toda la mierda que causaste, vienes y tratas de causar más aún. No me importa que no puedas refrenar tus putos deseos sexuales pero NO te saques las ganas con mi-alma-gemela.

Aunque sintiera cómo su piel comenzaba a cambiar de color, Jungkook consiguió sonreír de costado.

- G-guau, hyung... Eres... ¿eres el mismo que hace... un tiempo lo odiaba...? Y ahora... vienes a prohibirme... alimentarme...

- Si ¿algún problema? – los ojos de Yoongi seguido de más presión en su cuello hizo que la sonrisa de Jungkook se borrara inmediatamente. Por más de que fuera su amigo, el incubus sabía que el anticristo no se iba con chistes. Si el negro había invadido su mirada, tenía que ser importante. Con la fuerza que le quedaba, Jungkook asintió quedamente. Aún así, Yoongi no lo soltó inmediatamente sino que continuó mirándolo fijo por uno segundos antes de dejar que cayera al suelo.

Jungkook llevó su mano a su garganta para intentar aliviar el ardor.

- No tenías porqué quemarme, hyung... - se quejó en voz baja.

- ¿Qué dijiste? – preguntó Yoongi en seco.

- ¡Nada! Nada..

Finalmente, el anticristo sacó su mirada del incubus idiota y la posó en Jimin. Al parecer, Jungkook había sacado suficiente energía de su cuerpo como para hacer que volviera a dormir pero lo que llamó su atención fue la respiración agitada y el sudor que perlaba su frente. Por más de que estuviera durmiendo, su cejo estaba fruncido. No parecía estar bien.

Cuando Yoongi se acercó aún más, pudo sentir el calor emanar de su cuerpo. Y eso ya era mucho decir, considerando que su hogar era el mismísimo infierno.

- ¿Qué le hiciste? ¿Por qué está tan caliente?

Jungkook no pudo evitar sonreír y señalarse a sí mismo, de pies a cabeza. Yoongi revoleó los ojos. ¿Qué había esperado, poder recibir una respuesta honesta? No estaba para juegos.

- Te lo preguntaré una última vez: ¿Qué le hiciste?

- Lo mismo que le hago a todas las personas con las que me acuesto, hyung – respondió el incubus, metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón – Primero los caliento, los hago desearme y luego me alimento.

- ¿Y por qué esta sudando? ¿Qué pasa si no te termina de alimentar de ellos?

Jungkook pareció pensarlo por unos segundos antes de levantar los hombros.

- No lo se. Nunca me detuvieron en el medio.

- Genial – murmuró Yoongi, volviendo a mirar a Jimin – Simplemente genial.

La situación estaba lejos de genial. Su alma gemela estaba dormido (¿inconsciente?) gracias al poder de uno de los incubus más insaciables e inmaduros del infierno, sudando y respirando entrecortadamente. Sin contar que Yoongi estaba haciendo todo lo posible para ignorar el evidente problema que se dejaba ver en los pantalones de Jimin. Intentó no darle importancia, después de todo, todas las victimas de Jungkook se sentían sexualmente atraídas y una reacción así era totalmente normal. Por eso, por más bizarro que fuera, intentó enterrar el pensamiento de que su alma gemela estaba teniendo una erección causada por otro demonio en el fondo de su mente y pasó a preguntarse cómo iba a calmarlo. No conocía con exactitud los efectos secundarios de los incubus, siempre había sido demasiado perezoso como para educarse en profundidad sobre los distintos tipos de demonios, tal y como se lo había indicado su padre. Ahora se arrepentía.

Mírame hacer cosas peoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora