✿ s e i s.

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» Y aunque no quisiera, siempre terminaba viéndola «.

Unas pequeñas gotas habían comenzado a caer.

Más tarde, aquellas pequeñas gotas habían convertido el lugar en un caos. Habían hecho que el rubio corriera con libertad, sin la vergüenza de llorar frente al mundo. La escena podría parecer triste, más el rubio corría y sentía como cada uno de los pesos que cargaba caían. Sus lágrimas salían, al recordar cómo se movía el cabello de su Rin. Al recordar la risa de la perfecta musa que tenía como novia. Y por último, al recordar el calor que ella le otorgaba, en los momentos buenos y malos.

Por otro lado, Miku veía la tele, viendo como el tiempo pasaba lentamente. A su lado, se encontraba el gato de Len. El minino se restregaba contra sus piernas, queriendo dormir y de paso ofrecerle un poco de compañía a la chica. Al lado del sofá donde se encontraba la chica había unos cuantos libros y un vaso lleno de café, el cual con su tiempo comenzaba a perder su calidez. Miku acarició suavemente al gato. Ella no deseaba estar allí; más la preocupación le carcomía.

La lluvia había arrasado con la calle de un imprevisto y Miku pensaba en el millar de cosas que le podrían pasar a Len si se encontraba allá afuera. El café que tenia al lado era para seguir despierta, los libros para mantenerse entretenida y la tele por si se llegaba a dormir, ya que sin dudarlo la tele le despertaría de su adorado sueño.

Todo lo que espero demostró el amor que le había dado Len.

Len, para ella, era la persona más única, hermosa y amable que alguien pudiera conocer. Muchas personas le regañarían al oírla decir eso. Después de todo, la chica ya tenía novio y no podía decir eso de las demás personas.

A la mierda. Tengo un novio y este no intenta ver lo que siento.

Miku se sintió impura.

Primero; impura por sentir esos sentimientos repugnantes hacia Kaito, la persona que había estado junto a ella a través de muchos años. Sí, había pasado años con ella, más solo sintiéndose culpable por no amarla como lo hacía con su antiguo amor. Había pasado años con ella jugando a ser el novio perfecto para después romperse y hacerle un daño que no merecía.

Muy, muy, muy, impura.

Segundo; Kaito no tenía la culpa. Nadie la tenía. Y Len no tenía la culpa de ser tan brillante como ella le describía. Y aun así, ahí estaba ella, echándole la culpa a su novio. No quería abrir sus ojos, quería pensar que todo se solucionaría si seguía con el rubio y fingía tener una relación perfecta con Kaito.

Se sentía en una casa de cartas. Si hacia un movimiento fuera de lo normal, su hogar podría quebrarse y quedar bajo los escombros de una horrible decisión.

Se sentía tan frustrada. Ella no declaraba que estuviera enamorada del rubio, pero sin duda su brillo le había hecho abrir sus ojos y darse cuenta de que Kaito y ella no eran lo mismo de antes.

Extremadamente dulce 【Miku x Len】.Where stories live. Discover now