✿ » Y entonces, su dulzura me contagio «.
Miku Hatsune siempre había vivido bajo un techo cálido, una agradable pastelería, su hermoso novio y por supuesto, una familia singular. La chica era considerada por los demás como alguien realmente agradabl...
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« Mostraba una sonrisa pero nadie le correspondía. Así de sola estaba ».
Len abrió sus ojos lentamente, para después bostezar y tratar de enfocar su vista en algún lugar de la habitación. Se sentía más que cansado. Quiso estirar sus brazos hacia los lados, más su sorpresa fue que no logro — o más bien, algo le obstruía — que aquello sucediera, así que dirigió su vista hacia su regazo, donde se encontraba una gran sorpresa. Era Miku. La chica no mostraba rastros de querer despertar y si lo hacía, no querría moverse de allí así como así, ya que una siesta era una siesta y aquello era sagrado.
— ¿Qué es lo que haces aquí? — susurró, sin esperar alguna respuesta. Dirigió sus manos a la cabeza de la chica y comenzó a rascarlo, suavemente, un poco enternecido por la escena que ella demostraba. Al lado de la chica se encontraba el pequeño gato, que miraba a los dos con suma interés. — Miku... — le hablo cerca de su oído, de manera calmada e incluso pausada.
— Mhm... — Ella abrió y cerró sus ojos de manera perezosa, aun confundida por cómo había despertado — 5 minutos más, por favor... — Len rió y siguió rascando su cabeza, ahora de manera más aliviada — E-Espera... ¿Len?
— ¿Sí? — canturreó. La chica se levanto estrepitosamente del regazo de Len, para terminar al otro lado del sillón. Se sonrojó y luego sonrió, avergonzada por su reacción. — Por fin despiertas. Por un momento pensé que estabas muerta, dormilona. — Miku abrió sus ojos y dirigió su mirada al reloj, donde marcaban el comienzo de la tarde.
— Puede que pronto lo esté — murmuró Miku, para después correr sin cuidado hacia su cuarto. Su madre no estaría contenta de que llegara tarde a la pastelería.
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El pequeño Oliver disfrutaba ruidosamente de su pastel, cubriendo sus mejillas de migajas y betún del postre. Miku veía todo aquello con una sonrisa pensando en lo tierno que era, mas algo interrumpió su acción.
El timbre de la puerta resonó en toda la estancia, logrando que miradas curiosas de los clientes voltearan y de parte de ellos, Miku iba con una sonrisa para atender a quien fuera que sea. Ato de nuevo su delantal y tomo el pequeño cuaderno de la mesa, lista para hacer su trabajo. Al llegar a la entrada, se encontró con dos personas conocidas. Rin y Kaito. Ambos no charlaban pero se miraban de pies a cabeza, obviamente interesados del otro. Kaito fue quien miro a Miku y sonrió, levantando su mano y haciendo un ligero movimiento de saludo. Después, Rin le sonrió de igual manera y camino hasta ella.
