Capítulo 10: Caricias y confesiones.

2.3K 118 60
                                    

Después de aquél extraño día, todo cambió. Camus comenzaba a aceptar poco a poco que estuviera enamorado de Milo, pero lo suyo le costaba. 

No conseguía comportarse normal frente al griego, siempre se ponía nervioso o le sudaban las manos, y eso contribuía a que, sin quererlo, acabara haciendo estupideces. A Milo le divertía especialmente la actitud del francés, pero no podía negar que le enternecía.

Él también intentaba asimilar los nuevos ojos con los que miraba a Camus. Era extraño... Siempre que le miraba, sonreía de oreja a oreja y muchas, inconscientemente, intentaba buscar el contacto con él, como posar una mano en su brazo discretamente. Por las noches, no solía dormirse temprano, siempre se quedaba contemplando al acuariano dormido, solía apartarle un mechón rebelde que caía por su rostro y después observaba sus labios. Se preguntaba qué sentiría si los besara y acto seguido se preguntaba por qué en sus pensamientos se preguntaba esos disparates.

Camus le atraía, era irremediablemente innegable. Pero era diferente. Lo que siempre le había interesado era observar el físico de sus ligues y si era posible llevárselos a la cama. Sin compromisos, sin ataduras, sin sentimientos... solo sexo. Sin embargo, su atracción por Camus era distinta. No la veía solo como sexo. Claro que también quería eso, el francés tenía un cuerpo de escándalo, pero necesitaba algo más. Algo más profundo e intenso. Ésa era justo la palabra que necesitaba. Intenso.

Aun así muchas veces intentaba apartar esas ideas de la cabeza porque le parecían sumamente extrañas...

~~

Los días siguientes, intentaron convivir como lo habían hecho hasta ahora, cada uno por su lado excepto a la hora de discutir. Aunque quizá era discusiones absurdas, más bien buscadas y con el único propósito de poder hablar mínimamente con el otro. Solían ser discusiones sobre las tareas del hogar, comportamientos del otro, o cualquier otra chorrada con tal de discutir. Ese día, tocaba discusión sobre tareas del hogar.

Milo se encontraba tranquilamente sentado en el sofá mientras jugaba a un videojuego en la play, cuando apareció Camus en el salón, muy cabreado, y le apagó el televisor.

- ¡Eh! ¿Se puede saber qué haces? - preguntó Milo autoritario, mientras se levantaba.

- ¿No crees que se te ha olvidado algo?

- ¿El qué?

- Acabo de ir a la habitación, ¿y qué me encuentro? ¡Que no has hecho la cama! ¡Tampoco has fregado los platos del desayuno ni has doblado la ropa limpia que te pedí! ¡No has hecho otra cosa que estar ahí tocándote los huevos!

Mientras tanto, en palacio...

La diosa salía bostezando de su habitación cuando vio a Shion y a Dohko en el escritorio, mirando la pantalla del ordenador y comiendo palomitas muy entretenidos.

Del odio al amor hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora