Capítulo 1: Te odio.

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Escorpio y Acuario. Dos signos que desde tiempos mitológicos han mantenido una noble amistad. ¿Amistad...? Bueno, puede que incluso quizá algo más, algo más fuerte. Parece increíble que durante todos esos siglos, ese profundo sentimiento haya permanecido en ellos. Es como si la esencia de estos signos se reencarnara caballero tras caballero en cada nueva era.

Antes que ellos, fueron Kardia y Dégel, dos valientes guerreros que lo arriesgaron todo por salvar a su diosa Athena y al mundo de las tenebrosas garras del dios Hades, rey del inframundo. Ellos combatieron sin tregua hasta el final, y a pesar de que sabían que iban a morir, mantuvieron sus fuerzas hasta el fin. ¿De dónde sacaron sus fuerzas? ¿Dónde reside el verdadero poder? Obvio, en el amor, el sentimiento más fuerte de todos, capaz de arrasar con todo lo que se le ponga por delante. ¿Amor por quién? Amor por su diosa, amor por el mundo que les acoge, por sus compañeros, en especial con el que combatían... Kardia y Dégel no fueron la excepción de Escorpio y Acuario, se amaron hasta el final y dejaron su legado para los próximos caballeros de la siguiente generación.

¿Pero y si la nueva generación fuera la excepción? Porque... Por lo que saben los caballeros del Santuario a día de hoy, Milo y Camus no se llevan exactamente bien por no decir que se odian... a muerte.

~~

Grecia, el Santuario, diez en punto de la mañana

El sol ya pegaba fuerte a esas horas dado que era pleno verano. Como cada día, los caballeros entrenaban en la arena del coliseo

para no perder el ritmo y mantener la forma, pero con ese sol y el calor que hacía, cualquiera era fácil de dejarse irritar. Las parejas de entreno ya estaban formadas, y cada uno combatía junto a su compañero.

Milo y Aioria, mejores amigos del alma desde siempre, entrenaban juntos todas las mañanas. Siempre medían fuerzas para ver quién era el más fuerte de entre los dos, pero aunque a veces ganara uno o el otro, ya les había quedado bastante claro que poseían una fortaleza similar.

- ¡Vamos Aioria! ¡Ésta mañana combates más lento! ¿Es que te fallan las fuerzas? - le preguntó Milo con una sonrisilla mientras esquivaba uno de sus golpes agachándose y le propinaba un puñetazo en el estómago

- No es eso, es que he pasado una mala noche y no estoy muy descansado

- Bueno, si es necesario que te despierte... - dijo el escorpión a la vez que intentaba propinarle una patada en la cara pero el león la esquivó arqueando su espalda hacia atrás - Bien, parece que ya comienzas a recuperar tus reflejos

- Ja, no te será tan fácil ganarme bicho, recuerda que todavía hay que ver quién es el más fuerte de los dos

- Creo que ya doy esa batalla por perdida amigo, poseemos fuerzas similares

- ¿Ah sí? ¡Ahora verás! - exclamó Aioria, intentando propinarle un puñetazo, que Milo bloqueó con la palma de su mano y la cerró alrededor del puño de Aioria. Pasó exactamente lo mismo con la otra mano y los dos se vieron en un combate de fuerzas para ver quién era capaz de hacer retroceder al otro

Sin embargo, gracias a sus reflejos, Milo se apartó de Aioria arqueando su espalda cuando vio que una flecha iba directamente hacia él, y de no haberse apartado, le hubiera atravesado la cabeza de lleno, ya que pasó casi rozando su nariz.

- ¿Qué diablos ha sido eso? - preguntó cabreado y mirando hacia todos lados - ¿Es que queréis matarme?

- ¡Lo siento mucho Milo! - se disculpó Aioros desde el otro lado del coliseo, llevaba un arco en sus manos y una bolsa con flechas colgando de su hombro - ¡Estaba intentando enseñar a Saga a utilizar el arco y no ha apuntado bien con la flecha!

Del odio al amor hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora