Capítulo 13: Pruebas en la arena.

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- Chicos, debemos hacer algo pronto.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Dohko, que estaba de pie junto a Shion. Saori se encontraba sentada en el trono del Patriarca.

- Pues respecto a Milo y Camus.

- Yo creo que la cosa va viento en popa - declaró el Patriarca.

- Es cierto, pero esos chicos necesitan un empujoncito. Algo que les anime o quizá... Más intimidad.

- Bueno, tampoco es que nos deje ver mucho de lo que ocurre en la casa así que tampoco sé muy bien del todo lo que está pasando ahí - se quejó Shion.

- Cierto, ¿cómo es que ya no nos deja ver lo que pasa a través del ordenador? - preguntó Dohko.

- Pues es que... Bueno, creí que a partir de ahora necesitaban más intimidad...

- Pero si te llevas siempre el portátil a tu habitación y te encierras con él - dijo Shion.

- Bueno, pues no os dejo verlo y punto, dejad de quejaros.

La pareja se miraron entre ellos con total semblante de desaprobación pero prefirieron no decir nada más.

- ¿Y qué es lo que propone usted, señorita Saori, que podríamos hacer con Milo y Camus?

- Quizá a esos dos les vengan bien unas vacaciones... Podrían tener más intimidad y pasar más tiempo juntos.

- ¿En serio les va a regalar unas vacaciones? - preguntó Dohko muy asombrado.

- No hombre, yo les doy el mes libre y ellos ya que se vayan de vacaciones.

- ¿Y cómo se supone que van a irse de vacaciones si usted no nos paga ni un duro? - preguntó Shion, con los ojos entrecerrados.

- Bueno está bien, les doy un mes libre y además las vacaciones pagadas.

- ¿Y no cree que los demás caballeros verán extraño que les dé solo a ellos vacaciones? - preguntó Dohko.

- Lo comprenderán, saben qué pasa con Camus y Milo.

- Ya, pero aun así tienen derecho a quejarse. Nunca tenemos vacaciones.

- Dohko, no me estás poniendo las cosas fáciles. Propón tú algo para solucionar esto, ya que te crees tan listo - dijo la diosa, un poco malhumorada.

El castaño se quedó reflexionando durante segundos, unos segundos que se hicieron eternos, hasta que se le encendió la bombilla.

- ¡Ya lo tengo! ¿Y si celebramos unas olimpiadas en el Santuario? El premio serán esas vacaciones. Así si lo ganan ellos, nadie podrá quejarse.

- No es mala idea, ¿pero y si no ganan ellos?

- Seguro que las ganan, Milo es muy atlético y competidor. Siempre que hacemos combates en la arena gana él.

- Pero entonces... Esas olimpiadas tendrían que ser por parejas - reflexionó Saori.

- Sí, no estaría mal.

- Pues ya está, tema solucionado.

- Aunque lo cierto es que se me ocurre algo mucho más divertido. - ¿Cómo qué?

- Podríamos hacer una *gincana, ya que las olimpiadas no suelen ser por parejas pero una gincana sí que podría colar. Y así entonces podemos introducir en ella algunas pruebas que se asemejen a las olimpiadas para no perder el espíritu griego.

Del odio al amor hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora