Capítulo 11: Sabemos que hay algo más que sexo.

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La tensión sexual reinaba en el templo de Escorpio. Desde que lo habían hecho, Milo no paraba de lanzar miradas provocativas a Camus, y al francés le costaba resistirse. Pero... ¿De verdad lo que habían tenido era solo sexo? En realidad había algo más... Pero no querían admitirlo.

Milo se había tomado su nueva actitud hacia Camus como una simple atracción sexual, aunque muy, muy, en el fondo, él sabía que no era sólo eso, pero no quería reconocérselo ni a él mismo.

Por un lado, intentaba provocar a Camus para tener sexo, y Camus, por el otro, intentaba averiguar si le gustaba a Milo, ya que lo de seducir... bien, digamos que dejó de intentarlo desde el tanteo del día anterior.

El día anterior...

Decidió seguir los consejos de Shura e intentar seducir al escorpión, total, no perdía nada por intentarlo. Durante el desayuno, había tratado de verse muy sensual mientras comía unos churros con chocolate, tratando de ver la reacción de Milo mientras relamía sus labios, pero lejos de eso, se había atragantado con uno de ellos y eso no se vio para nada sexy. Milo tan solo reía mientras le había visto atragantarse.

Decidió no rendirse. Un error lo podía tener cualquiera. Cuando se disponía a tocar su piano, vio que Milo le observaba desde el sofá y sonreía. Intentó colocar su cabello detrás de la oreja en un movimiento muy sensual, pero acabó patéticamente, ya que lo hizo tan bruscamente que acabó cayendo hacia atrás, estando sentado en la banqueta del piano, y cayó de culo al suelo.

Milo se había comenzado a descojonar ante eso, tanto, que empezó a llorar de la risa. El francés corrió avergonzado hacia otra parte.

~~

Ese día había decidido hacer su último intento. Si no conseguía prosperar, dejaría eso de banda para averiguar directamente si le gustaba a Milo o solo era sexo para él.

Acababan de volver del entrenamiento matutino y Camus necesitaba darse una ducha. Ése era el momento perfecto para hacer su último intento. Le daba algo de vergüenza, pero era eso o nada. Cuando acabó de su ducha, salió del baño desnudo con solo una toalla atada en la cintura, como solía hacer Milo.

El escorpión se encontraba en el sofá, y al verle así, Camus pudo notar cómo se sonrojaba un poco. Sonrió al ver que por fin algo había surgido efecto, pero el destino le pasó una mala jugada cuando resbaló al caminar, ya que todavía estaba un poco mojado, y se pegó una hostia monumental contra el suelo.

- ¡Camus! - Milo enseguida fue a socorrerle, y se agachó junto a él - ¿Te encuentras bien?

- Creo que de ésta semana no salgo vivo...

- Es cierto, no ha sido tu mejor semana.

Camus, en ese momento, se fijó en el bulto de los pantalones de Milo, y comenzó a ponerse rojo como un tomate. El escorpión iba sin camiseta, como solía ser habitual, pero llevaba unos vaqueros negros.

- Emms...

- ¿Qué? - el escorpión miró hacia su entrepierna – Bueno Camus, es lo que suele pasar si me sales del baño solo llevando esa minúscula toalla.

Milo se acercó hasta él para comenzar a besar de nuevo su cuello.

- Ah... - Camus suspiró, mientras cerraba sus ojos al sentir esa caricia.

El escorpión llevaba toda la semana provocándole para tener sexo, y se había resistido por el momento ya que no quería pensar que era solo sexo para él, pero no podía resistirse a él, se había dado cuenta de que necesitaba sus caricias, aunque solo fueran en el sexo. Milo era la droga de la que nunca más creía que podría desengancharse, así que en ese momento, se dejó llevar.

Del odio al amor hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora