Capítulo 2: Buscando una solución al problema.

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En poco tiempo, los guardias ya habían dejado a los caballeros en sus respectivos templos y habían vuelto a palacio. Camus estaba tan cabreado cuando llegó al suyo que comenzó a coger los jarrones que habían por su salón y a lanzarlos contra el suelo para desahogarse.

Siempre que se peleaba con Milo acababa pagándolo con la decoración de su hogar. Enfurecido, acabó apoyando sus manos en la mesa del salón, con intenciones de tirarla abajo, pero se paró al observar una foto que tenía justo en frente, colgada en la pared. En ella salían su maestro y él, junto al de Milo y, obviamente, el mismo Milo. Había perdido la cuenta de las veces que hubiera deseado deshacerse de esa foto, destrozarla y quemarla, pero no lo había hecho por respeto a su maestro, ya que aparecía en ella, y porque le gustaba mucho esa foto de los cuatro. Sin embargo esa foto le hizo recordar viejos tiempos...

Grecia, el Santuario, catorce años atrás...

- Mira Camus, quería presentarte a mi mejor amigo, Arsen. Es el maestro de Milo, futuro caballero de Escorpio - le dijo su maestro. Junto a él estaban el tal Arsen y un niño de su edad, que supuso que era el tal Milo

Antes de decir nada les observó, siempre lo hacía dado que era muy crítico con los demás. Arsen era muy alto, como su maestro, muy moreno, de ojos verdes y cabello rubio ceniza. Milo también era muy moreno, tenía los ojos turquesa y su cabello azulado y revuelto le llegaba hasta los hombros. Pero lo que no le gustó nada fue que el niño tenía unas pintas horribles, su ropa estaba rota y toda manchada de tierra, además de que tenía heridas en sus rodillas y en los codos. Él, que siempre intentaba mantener un aspecto elegante y presentable, desaprobó totalmente esas pintas.

- Encantado - dijo sin más

- Verás Camus, Milo y Arsen ya llevan varios días en el Santuario, así que hemos pensado que podrías comenzar a entrenar con Milo para que te enseñe como funciona todo aquí, etc. ¿Qué te parece?

El acuariano le lanzó una mirada a su futuro compañero de entrenamiento repulsiva. ¿De verdad iba a tener que entrenar con ese niño barriobajero? ¡Qué asco!

- Tss - chistó Milo, cruzándose de brazos y girando su cabeza hacia un lado para no mirar a Camus. Sabía perfectamente lo que estaba pensando el acuariano de él con tan solo ver las miraditas que le echaba

- Bueno... - dijo Arsen al ver el buen comienzo de los dos aprendices - Supongo que con el tiempo haréis mejores migas. Milo, ¿por qué no dais una vuelta y le enseñas todo esto?

- Vale - dijo el pequeño aprendiz con desgana, y sin decirle nada a Camus comenzó a bajar las escaleras dado que estaban en el templo de Acuario

- Vamos Camus, ve con él - le animó su maestro empujándole

El pequeño acuariano comenzó a seguirle sin decir nada más. Durante todo el camino permanecieron callados, Milo caminaba en

dirección al coliseo y Camus le seguía por detrás en silencio. Cuando llegaron al coliseo se pararon.

- Esto es el coliseo - dijo Milo - Aquí es donde entrenamos todas las mañanas, así que pronto aburrirás este lugar

Camus permaneció callado sin decir nada más mientras observaba el lugar y a Milo.

- Oye, ¿tienes algún problema conmigo? - preguntó Milo girándose hacia él - Porque no me has dirigido la palabra en todo el tiempo que llevamos juntos y ya he visto claramente cómo me miras

- Lo siento, pero es que no suelo juntarme con gente de tu calaña

- ¿De mi calaña? ¿Qué tengo de malo?

- Bueno - dijo Camus repasándole de arriba a abajo - Es más que obvio que tu aspecto es desastroso, ¿no sabes lo que es la higiene?

- Mira niñato - dijo Milo encarándosele - Cuando vuelvas de un entrenamiento después de que te hayan dado mil palizas, que te hayas caído mil veces al suelo, se te haya manchado y rasgado la ropa, y te hayas hecho heridas por todas partes, entonces no te atreverás a decirme esto. ¿Qué te crees? ¿Que aquí la vida es fácil? ¿Que todo es un camino de rosas? No sabes ni siquiera lo que te espera. Pero claro que no lo sabes ahora, si al parecer eres uno de esos típicos niños ricos de buena familia, escrupuloso y refinado, ¿no es así?

Del odio al amor hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora