PRIMERA PARTE DE LA SAGA JURO.
Cuando Katherine James era apenas una pequeña, su madre llenó su mente con historias increíbles sobre el amor, la amistad y las largas noches de diversión con chicos altos, fuertes y despampanantes por sus grandes ojos...
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Aquí iba otra vez, dejando una habitación completamente vacía para huir de mis problemas. Mi cama ya no estaba con mis sábanas, tampoco mis almohadas. De hecho, la noche anterior había quemado una de mis tantas almohadas favoritas porque apestaba a Ian El diablo Brand. Ese momento fue como un ritual donde dos familias, la familia de Rosalina y la mía, se reunieron sólo para presenciar la quema de las cosas que me recordaban a él y luego abrazarnos en grupo porque eso era lo que mejor podíamos hacer. Algunos de mis muebles ya estaban vacíos y varias maletas listas por detrás de mí.
Suspiré al caer con los brazos abiertos sobre el colchón de mi cama. El techo sobre mí últimamente parecía interesante y, luego de unos minutos, mi mente comenzaba a reproducir escenas, que se convertían en una película, sobre la pintura blanca que lo cubría. Algo así como un cine al aire libre desde el punto de un narrador omnipresente. A veces lo miraba sonreír, otras veces me imaginaba una escena llena de abrazos donde me susurraba palabras bonitas. Palabras que él me decía constantemente o palabras que me muy dentro de mí quería escuchar. A pesar de esto, no todo era bonito. Más de una vez había visto lo ridícula que me miraba frente a él cuando me decía que ya no me amaba y, sobre todo, cuando no pude evitar llorar. Aun me imaginaba un final feliz para ambos, no uno donde yo me alejaba sabiendo que no quería hacerlo. Que patética que era.
Incliné mi cuerpo hasta apoyar mis palmas sobre el colchón. Mi habitación lucía más grande sin todas mis cosas al igual que el ventanal sin las cortinas que mi madre había decidido lavar. Tenía curiosidad de saber si él estaba en su habitación, pero lo había evitado todos estos días y hoy no iba a ser la excepción. Concentré mi vista en mi escritorio y me levanté de la cama cuando vi que una de las gavetas estaba semi abierta. Abrí la gaveta con mi mano para acomodar las pocas cosas que dejaba en la casa de mis padres, no obstante, un libro de portada amarilla me obligó a tomarlo. Era mi libro favorito. Recordé haberlo leído mil y una vez suspirando porque los personajes se amaban con una intensidad inexplicable que el autor me había transmitido con sus palabras. Pff, eso no existe. Iba a meter el libro dentro de la gaveta, pero un sobre en blanco cayó al piso.
Me agaché tomando la carta con mi mano libre y dejando el libro sobre el escritorio. Volví al colchón y crucé mis piernas, luego, mis dedos comenzaron a despegar el borde del papel para sacar una única carta. Reconocí mi letra al instante y sonreí cuando mi yo del paso me escribió.
Carta para mi yo del futuro:
Hey, guapa.
Probablemente estás leyendo esto porque necesitabas leer algo; ¿qué digo? te conozco y sé lo desordenada que eres. Sé que encontraste esto al fondo de tu gavetero ¿verdad? Me lo imaginé. Ambas sabemos que las cosas siempre pasan por algo; no es casualidad que hayas encontrado este papel, también conozco esa parte donde desesperadamente buscas algo que te haga sentir bien, por eso dejaré esto por aquí. No sé qué haces buscando entre todas tus cosas ¿buscas respuestas? ¿te sientes perdida? No te preocupes, seré breve: