Capítulo 30

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Tenía miedo de abrir los ojos, no quería ni siquiera imaginarme que podía suceder lo mismo que sucedió hace un par de meses

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Tenía miedo de abrir los ojos, no quería ni siquiera imaginarme que podía suceder lo mismo que sucedió hace un par de meses. Me asustaba la simple idea de no encontrar a Ian durmiendo a un lado de mí y de escuchar los mensajes entrando por segundo a mi número. Sentía que cada minuto era eterno, buscaba una señal que me dijera que todo estaba bien y que nada malo había sucedido en mis horas de sueño, pero nada llegaba a mí. Continuaba con mis ojos fuertemente cerrados. Hasta que, para mi sorpresa, mi cama se movió mientras un cuerpo pesado a un lado de mí se acomodaba para seguir durmiendo. Sentí la suave piel de su mano a un lado de la mía y, también, el aire sobresaliente de su nariz golpeando contra mi cabello.

Abrí uno de mis ojos con cuidado. Él estaba ahí. En su rostro tenía una ligera arruga gracias una sábana, sus labios estaban entrecerrados y un pequeño rastro de baba sobre una comisura, cosa que no me sorprendía porque siempre era lo mismo, su cabello despeinado y una de sus manos por debajo de la almohada. Suspiré aliviada sabiendo que esta vez todo era diferente. Incluso me tome el atrevimiento de admirar su cuerpo desnudo por última vez antes de bajar con sumo cuidado de la cama, dispuesta a preparar el desayuno.

Cuando estaba colocándome la pijama que se supone debía utilizar la noche anterior, me fije por la ventana del baño para ver si al fin había llegado el correo. Desde donde estaba pude notar el buzón repleto de papeles y mi corazón se aceleró. Limpié mi rostro, lave mis dientes y bajé por las escaleras para ir directamente al correo. Ya enfrente de este, respiré profundamente con la esperanza de que no fuera lo que tanto anhelé por todo este tiempo, es decir, si era así podría irme en total paz y disfrutar de lo que me esperaba. Dentro del buzón había un sobre blanco con mi nombre escrito en letra de carta. Mis manos temblaban mientras sostenían el sobre y repasaba las letras de mi nombre con las yemas de mis dedos.

Miré el hogar de mi mejor amiga preguntándome si ella también había recibido el sobre. No obstante, no podía más. Abrí del sobre con mis dedos temblorosos y rápidamente saqué la carta.

Estimada Katherine Alexandra James Hurt,

A través de la presente carta se le informa que, tomando en cuenta su potencial como estudiante y todas las recomendaciones con mención a su nombre, su solicitud de ingreso a University of Lincoln ha sido aceptada por los directivos de esta honorable institución.

Reciba la más cordial de nuestras felicitaciones por la aceptación para formar parte del alumnado de nuestra Universidad y, por lo cual, le solicitamos se presente en nuestras oficinas el día 6 de Enero del próximo año, para comenzar con su primer año curso. Cualquier duda o aclaración, quedamos a sus órdenes.

Estamos muy emocionado de poder tenerla como parte de esta gran familia.

Por su atención, gracias.

Saludos.

Directivos de University of Lincoln, Inglaterra.

Cerré la carta pegándola a mi pecho, pues dentro de mí había dos grandes emociones. La primera era felicidad. Felicidad porque había conseguido lo que tanto había soñado desde muchos años, me habían aceptado en una de la mejor universidad para estudiar periodismo, mi sueño. Y luego, estaba la tristeza. Miré el espacio de mi habitación en el segundo piso de mi casa. Tristeza de saber que no aceptaría la gran oportunidad, pues mi destino estaba aquí, junto a Ian. Había aceptado irme con él y nada me iba a detener. Además, esa decisión me hacía un poco más feliz. Solo imaginarme el cómo pasaría los próximos meses de nuestras vidas, era emocionante.

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